domingo, 9 de agosto de 2015

00092 Las Fiestas de Huesca

SAN LORENZO, 10 DE AGOSTO, DE BLANCO Y VERDE

Hace unos días un amigo me pidió que le definiera las fiestas de San Lorenzo. Tal requerimiento me cayó igual que cuando vas al médico y te pregunta ¿es usted alérgico a algún medicamento? No entendí muy bien el por qué de la cuestión ni mi curiosidad le devolvió pregunta alguna. Eché mano de elementos de las fiestas laurentinas que pudieran configurar una definición y le contesté algo así: “Son unas fiestas multitudinarias, como tantas otras fiestas,  que para los oscenses tienen un significado muy especial y con símbolos y tradiciones peculiares que las hacen únicas y especiales”.
 
Mi amigo, tras escuchar mi improvisada definición, sonrió y me devolvió un escueto: “Vaya, como tantas otras fiestas”. Seguimos hablando de lo que en estos días se dice, comenta y opina, y que por cansino y por no venir al caso omito, para a continuación despedirnos hasta más ver.

De regreso a casa fui pensando en lo extraño de la situación recién vivida y de lo poco satisfecho que a mi colega le dejó la respuesta que improvisé para su inesperada pregunta. Se trataba de una definición; es decir, citar con claridad y exactitud algo, enunciando las propiedades que lo designan unívocamente y de forma breve y concisa. Entendí en ese momento que para esta definición incluir significados especiales, símbolos y tradiciones peculiares de las fiestas de San Lorenzo era prolijo, excesivo e iba más allá de lo que entendía era una definición.
 
Ya en casa, sin intención previa, empecé a ver fotografías, precisamente, de los últimos treinta y pico años, archivadas bajo la etiqueta de “Fiestas de San Lorenzo”. Primero por mis manos, en papel, y luego por mis ojos, digital,  desfilaron cientos de imágenes, muchas de ellas caídas en el  olvido personal. Si hubiese mezclado los archivos de las tres décadas, nadie hubiese puesto en duda que perfectamente podrían corresponder a un único año. El escenario y los protagonistas se repetían una y otra vez: blanco, verde, danzantes, familia, amigos, San Lorenzo, aperitivos, ferias, conciertos, multitud, más danzantes, albahaca, alguna que otra tarde de toros, muy pocas, escasas, primeros planos a caras conocidas, alguna que otra foto que ni recuerdo haberla hecho ni a quien, mairalesas que ni reconozco, hijas mairalesas, mayoral de los danzantes con más danzantes y cintas, busto de San Lorenzo, por delante, de perfil, un contrapicado, procesión, ofrenda de frutos al santo, día 15 de agosto, de peñista con sobrinas, de baturro con otras sobrinas, algún que otro fuego artificial recogido en instantánea pero con poca fortuna….. Era como si el tiempo no hubiese pasado, como si se hubiera detenido. Bien vale, hay diferencia de los 16 años de las primeras fotografías a las de los cincuenta y tantos de los actuales. Yo sé lo que quiero decir.
 
Volví a ver las fotografías impulsado por no sé que tic incontrolable. Aún agotado de ver tanta y tanta imagen me sorprendí retomando de nuevo los albumes y abriendo el disco externo del ordenador para seguir viendo las reiteradas imágenes. Tampoco sé el porqué, pero la cadencia del paso de las imágenes ante mis ojos se fue ralentizando para  descubrir posibles respuestas a la curiosa pregunta formulada por mi amigo unas ya bastantes horas antes.
 
Las fiestas de San Lorenzo son gente, mucha gente. Gente feliz, alegre. Gente deseosa de que llegue la semana del 9 al 15 de agosto para divertirse, para reencontrarse, para hacer y ser familia. Gente dividida en blanco y verde y en jirón amoratado, derivación generacional. Es un día hermoso, muy hermoso. Es un día pintado en azul, ahora sí, inequívocamente en blanco y verde y con aroma fresco y de  limpio amanecer.

Los días festivos en Huesca son portales para la despedida con besos robados y guiños a algo parecido al amor de juventud; portales esquivos,  difíciles ya, por lo doloroso, de traspasar. Testigos mudos entre dos luces de la actividad frenética de una ciudad que abandona por unos días su desorientado caminar.

En Huesca, sus fiestas, son miles de sonrisas. Limpias, amables, contagiosas. Sonrisas de todos los tamaños y calibres. Sonrisas para regalar y complacer. Y de todas ellas, una muy dulce que descansa sobre una alacena.

Las fiestas en honor a San Lorenzo es un ramo de albahaca que entra en casa como un huésped más,  querido y esperado. Un ramo que hace las veces de improvisado calendario. Verde y lozano a su entrada, mutilado, mermado, agotado y angostado tras siete días de espléndida compañía.

La semana festiva oscense es un multitudinario y anónimo cumpleaños; una pañoleta verde que también tiene derecho a descansar; el ohhh! de un globo que se desenredó de la muñeca de un pequeño para ver la fiesta desde algún privilegiado lugar; unos pies que se divorciaron de su calzado para volverse a encontrar.

San Lorenzo es también la fiesta de la diáspora. Es la vuelta a casa para revivir emociones y levantar acta notarial de tus recuerdos, que aún cuando han cambiado algunas cosas, siguen allí como cuando entonces, como cuando eras un protagonista más de esa fiesta. Es una mirada emocionada en la que se vislumbra un apunte para un guión que jamás se escribirá.

En las fiestas de Huesca también se coleccionan lágrimas, aunque muchas de ellas se nieguen a salir. Lágrimas nacidas del recuerdo y en homenaje a las ausencias queridas; lágrimas contagiosas de mairalesa inconsolable porque su semana se acaba; lágrimas por emoción y otras por desamor; lágrimas incapaces de sostener la inquietante mirada de San Lorenzo en un particular y personal encuentro.

Las fiestas de San Lorenzo es un apretón de manos firme y sincero; un fuerte abrazo de peregrino mientras suenan las campanas de la Basílica; un danzante cansado y sudoroso, mientras otro descansa suavizando la garganta con algún líquido regalado. Es relevo generacional donde unos enseñan y otros aprenden; donde unos recuerdan y los otros, escuchan con inusitada atención. Es la negociación por ver este año quien hará el pollo al chilindrón……


Las fiestas de San Lorenzo en Huesca, del 9 al 15 de agosto, no se pueden definir, amigo. Nunca más me lo preguntes. Las fiestas laurentinas no tienen definición. En este listado de situaciones se han quedado muchas fuera. Tantas como oscenses participan y han disfrutado de sus fiestas. Tantas como recuerdos somos capaces de acumular. Las fiestas de Huesca, querido amigo, no tienen definición. Cada año llegan para vivirlas y sentirlas. Si quieres, una tarde noche, nos sentamos en una terraza y compartimos imágenes y recuerdos porque eso también forma parte de las fiestas de San Lorenzo.





















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