martes, 19 de septiembre de 2017

00529 La Ensaimada de Mallorca

Y LA OTRA, TAMBIÉN


Por la puerta de casa ha entrado una gran ensaimada, en su blanca caja de cartón, recuerdo de Mallorca. Ni sé los lustros que hace que no sabía de su sabor. Igual cuarenta años, de cuando estuve con mi madre en esa preciosa isla visitando a un hermano que cumplía allí su servicio militar obligatorio. Puede que en alguna ocasión más cercana en el tiempo degustara bocado. Rebusco en mi memoria y algo me quiere decir, aunque no acabo de visualizar el momento. Sí en cambio,  recuerdo esas tres ensaimadas rellenas de cabello de ángel, unidas por un cordel para mejor viaje, que nos trajimos a la península para obsequiar a la familia.

Esta que ha entrado por la puerta de casa no estaba rellena. He echado en falta el almibarado cabello de ángel, pero estaba rica y sobre todo, después de escuchar los avatares hasta comprarla de quien la ha traído. Si estaría buena que ha durado un visto y no visto en la caja. Suave, dulce en su justa medida, tierna y deliciosa.

Mientras la ingería me ha venido a la memoria esa otra ensaimada rellena de nata que en mis tiempos de infancia, como premio a alguna bondad, me obsequiaba mi madre o las adolescentes amigas de mis hermanos en la Granja Anita de Huesca. Recuerdo que eran unas ensaimadas de las de relamer. Nada de comer a bocados. Primero había que relamer la generosa blanca nata que sobresalía de entre las tripas de la dorada y horneada masa. Y su olor, un penetrante olor a leche azucarada que en ocasiones, al paso de alguna heladería o pastelería, reconozco como si el recuerdo que narro hubiera pasado  hace un rato. Esas sí que ya no las he vuelto a probar más. Benditos recuerdos.

Siento curiosidad por conocer el origen de tan afamada ensaimada de Mallorca y esto es lo que leo: "Las primeras referencias escritas de este popular postre se encuentran en documentos del siglo XVII. Fue toda una revolución encontrar indicios de ensaimadas en ese periodo histórico, ya que el destino común de la harina de trigo era el pan y no los postres".

La primera vez que se encuentra escrita la palabra ensaimada es en un "receptari" compuesto por 139 recetas del fraile Jaume Martí Oliver. También aparece en el libro del Archiduque Luis Salvador sobre las tradiciones mallorquinas "Las Baleares por la palabra y el grabado". En esta obra se describe la ensaimada como "una pasta típicamente mallorquina, que acostumbran a tomar las clases media y alta en el desayuno o merienda o como postre en el almuerzo".

La auténtica ensaimada mallorquina cuenta desde el año 1996 con la Denominación específica y desde 2003, con la Indicación Geográfica Protegida.








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