martes, 9 de junio de 2015

00053 El Café

QUIZÁS EN DEMASÍA

Inseparable y mudo amigo de mañanas y deshoras. Se inicia el día. Uno, dos y hasta tres besos en estancias y pasillos. Uno, dos y hasta tres bostezos interrumpidos. Y comienza el ritual del despertar, de coger al día por los pies.

Olor, sabor, legaña y mucho en  qué  pensar. Cada día igual. Y te cuento y me recuerdo para no olvidar. Pero da igual. Como sucediera ayer, olvidaré. Y vuelta a empezar. Te dejas mirar, observar, saborear, y llegado el caso, hasta  dibujar un guiño o algo parecido a una sonrisa. Me robas tiempo, creo que mucho tiempo, demasiado tiempo. Pero se está también. Tu y yo, frente a frente, de arriba hacia abajo. O será a la inversa. ¡Qué más da! Tu, yo y el silencio, "rien va plus".

La costumbre, la reiteración y el mimetismo llegan a su fin aunque todavía quede mucho que murmurar entre dientes, que decir y sentir. Apuro el oscuro líquido con la tentación de repetir. El reloj, juez de todos los tiempos, recomienda que puede ser un error. Se acabó el placer y la confesión.

Habrá más encuentros. Solos o en compañía. Y volverás a ser testigo de una chanza, un cumplido, un aviso, diez esperas, cien recuerdos o un te quiero. Y te vestirás de nuevo para mí de agua o de hielo cuantas veces lo requiera.

Por favor, un americano con sacarina.






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