jueves, 29 de marzo de 2018

00650 Fornillos

DE APIÉS

Prosigo en mi empeño por conocer todos y cada uno de los núcleos de población de la provincia oscense. Sesenta años han tenido que transcurrir, y un propósito, para que me acercara hasta Fornillos, una pequeña localidad a tan solo cinco kilómetros de Huesca. Se incorporó al municipio de la capital oscense en la década de 1970 y tiene el añadido de Apiés, para diferenciarlo de otro Fornillos que se localiza en las proximidades de Berbegal.

El pequeño municipio se recorre en un santiamén, algo más prolongado por pequeños detalles que llaman mi atención; un picaporte, la celda de una ventana, puertas con arco de medio punto, el olor a día pre festivo o la iglesia parroquial de Santa Águeda levantada en el siglo XVIII, de una sola nave distribuida en tres tramos. En la plaza se amontonan troncos, leña y madera. Se aproxima Santa Águeda, día de reunión en torno a una hoguera para los pocos vecinos y algún allegado que se dejará caer para seguir la tradición.

El día es limpio, luminoso y plácido para un saludo al alcalde y una breve conversación con una laboriosa y provisional vecina que se ha acercado hasta su casa para "darse una vuelta y limpiar un poco". El pueblo no es "gran cosa", me dice, pero "se está bien", prosigue. Y por supuesto, "no lo cambiaría por nada del mundo". Es normal, pienso. La querencia y el apego a la tierra de uno, a las cosas y vivencias, al latido de los días de uno, nunca se deben renunciar ni darles la espalda.

Y al fondo, vestido de luz, el Salto de Roldán; dos pétreas moles de leyenda que abren al paso hacia una sierra siempre admirada, la de Guara.






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