LLAMADOR
Mi puerta, como mi corazón,
siempre está abierta.
Igual la casa no está recogida.
No es pereza,
es que ya no sé cómo ordenar tanta vida.
Llama cuando quieras.
Y si no estoy,
pasa,
siéntate y espera.
Seguro que no tardaré en llegar.
Mi casa, con sus recuerdos,
es lo único que me queda.
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