Envuelve, sostiene, abraza, ocupa, tapa, oculta, decora... es un buen aliado en la cocina. Se basta por sí solo y no pone reparos ni a lo dulce ni a lo salado. Su horneado olor todo lo ocupa, atrae y contagia. Así es el hojaldre, una siempre apetecible masa crujiente de harina, mantequilla y sal.
Todo le va bien y se acomoda como nadie a ser aperitivo, entrante, primer, segundo plato o postre. Es una delicia trabajar con él y sus resultados son espectaculares.
Leo también que "en Francia, en una famosa panadería, trabajaba un ayudante una masa que le encargó el jefe panadero. A este ayudante se le olvidó poner la grasa en la masa, y cuando se dio cuenta la masa ya estaba amasada sin grasa. Preocupado por si el jefe le regañara, extendió la masa, le puso en el centro la grasa y le dio varias dobleces a la pasta extendiéndola cada vez más. Al final llegó el jefe panadero e hizo sus panecillos como siempre. Al ver que la masa se elevaba de una manera uniforme y hacía varias capas entre sí como un libro, sorprendido llamó a su ayudante. Al explicarle el ayudante lo que había pasado, el jefe lo abrazó y felicitó por la nueva masa que había creado. Pasados algunos años esta masa fue perfeccionándose y salieron variantes que son la misma masa con diferente cantidad de grasa y dobleces".Nunca he hecho masa de hojaldre, siempre la he utilizado industrial. He sentido curiosidad por su elaboración y he llegado a la conclusión de que hay que echarle ganas y tiempo. Espero este fin de semana tener sendas condiciones y elaborar hojaldre siguiendo las instrucciones que he encontrado, después de visitar varias páginas web, marialunarillos.com. De todas las que he llegado a ver me parece esta la más asimilable. A ver qué pasa y espero que no me salgan rosarios.
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