A lo que iba. En algún momento de este blog ya ha sido laureado el ajo, así que no redundaré más en él. Hoy quiero traer hasta aquí a este bulbo de blanca piel, en su condición de frito. Me encanta el ajo frito. En cualquier sofrito, para rematar unas verduras, con unos cogollos de lechuga, para aliviar un simple arroz blanco cocido, con unos champiñones, en los asados de carne o de pescado... y en tantas y tantas "juergas" gastronómicas que nos podamos imaginar. Tanto me gusta, por sí solo, que si hay confianza con los comensales y hay alguien que lo aparta en el plato, pido permiso para hacerme con él. Me gusta su exclusivo sabor y la potencia que da a los alimentos.He mirado si el ajo frito aporta algún beneficio a nuestro organismo y esto es lo que me he encontrado: baja el nivel de colesterol, limpia las arterias, normaliza la presión arterial, activa el sistema inmune, fortalece los huesos, disminuye la fatiga y mejora el rendimiento físico.
Pues nada, a seguir comiendo ajos fritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario