viernes, 2 de octubre de 2020

00927 Ortilla

PLACENTERA VISITA


Mi empeño por conocer todas y cada una de las localidades de la provincia oscense me lleva hoy hasta Ortilla. Como sucede siempre en estos casos, voy provisto de mi cámara fotográfica, mi cuaderno de sensaciones y con los ojos de reconocer y admirar.

No sé cuántas veces habré pasado a su vera sin llegar a detenerme para prestarle la debida atención. Nunca hasta hoy había sido destino, interesante y grato destino, y que gracias al objetivo que un día me marqué, el olvido se convierte ya en recuerdo.

La pequeña localidad, que comparte municipalidad con la vecina población de Lupiñén,  se encuentra a unos veinte kilómetros de la capital oscense, en la vega del río Sotón y próxima al embalse de La Sotonera. 


  


Antes de adentrarme en su casco urbano, mis ojos fijan su atención en una preciosa iglesia que se me antoja como una amable bienvenida. Uno de los bancos apostados a la entrada del edificio invita a sentarme en él y a sacar el teléfono del bolsillo para conocer algo sobre la atractiva y bien conservada construcción. Para ello acudo a la siempre recomendable web de Antonio García Omedes www.romanicoaragones.com. Comienzo a leer: "A pié de carretera se halla su templo parroquial dedicado a San Gil Abad. Su datación original se remonta a finales del XII. Fue diseñada en principio como iglesia de nave única, seguramente rematada en ábside semicircular. En el siglo XVII se sustituyó su cabecera por otra que le confiere planta de cruz latina a base de testero plano y dos capillas laterales con elevación en el transepto de linterna sobre pechinas edificada con ladrillo, todo ello en mampostería salvo los pilares, más cuidados, que sustentan arcos torales y formeros. Al mismo tiempo que se remodelaba la cabecera, se recreció el tempo con una "falsa" corrida circundada con ventanales al estilo de los edificios nobles aragoneses".


                 


La mañana es cálida y el sol parece querer aliarse con mi lectura. Continuo leyendo mientras mis ojos comparten conocimiento con su traslación de lo leído a las centenarias piedras. Me parece fascinante. "La portada del templo se halla a los pies del muro sur en un cuerpo ligeramente adelantado. Se compone de cuatro arquivoltas doveladas alternativamente de arista y bocel enmarcadas al exterior por guardapolvo. Apean mediante imposta corrida en tres pilastras y dos capiteles con sus columnas. Dichos capiteles son de motivos geométricos de estilo ya tardío. Son curiosos los del lado este con su mitad superior -labrada- de mayor diámetro que la inferior como si fuese un segundo ábaco. En el más exterior quedan vestigios de dos deterioradas caritas. La zona interior de la cesta, de menor diámetro, tiene una sencilla decoración geométrica a base de sucesivos círculos secantes"

Por un momento me siento dueño y señor del lugar a falta de paisanaje. En el tiempo que llevo sentado a los pies de la iglesia no he visto alma alguna. No sé la hora que es y tampoco me importa demasiado. Estos pequeños instantes hay que vivirlos y disfrutarlos sin marcajes, ni tan siquiera horarios. "Muchos de los sillares del templo románico, tanto al interior como al exterior, lucen las habituales marcas de cantero, pero hay uno hacia la mitad del muro sur, a la altura de los ojos, que llama mi atención al haber en él una firma en su ángulo inferior izquierdo. Parece leerse 'donamxho'. Es interesante porque acaso pudiera ser una firma de autoría del templo, a pesar de que no se acompaña del habitual 'me fecit'".



Se está bien, estoy bien, pero es momento de proseguir con la visita. Mis pasos se dirigen ahora hacia un gran edificio de aparente abandono y que bien pudiera hablar de días de esplendor. Resulta ser la casa del General Felipe Perena, un destacado militar oscense que tuvo un importante protagonismo en las contiendas bélicas acaecidas por estas tierras entre finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX. En la fachada de la señorial casa hay una placa en la que se puede leer: "El Instituto de Estudios Oscense, en homenaje al Excmo, Sr. D. Felipe Perena, Teniente General de los Reales Ejércitos de España, héroe de la Independencia Patria e ilustre hijo de Huesca. 2-11-MCMLIX".

Mi siguiente destino antes de adentrarme en las calles de Ortilla es un curioso muro de sillares de piedra y que según se lee en un panel informativo ubicado a la entrada de la localidad, es un frontón del siglo XVII. Toda una sorpresa.

El trazado urbano de la pequeña localidad es de calles anchas, rectas y limpias. Sus casas presentan buena sillería y algunas muestran piedras armeras en sus fachadas. El silencio acompaña mi pausado caminar. Sigo sin saber qué hora es, pero algo me dice que es el momento de atender mis obligaciones familiares. Me hubiese gustado concluir el recorrido con la visita, por razones obvias, a la ermita de Nuestra Señora de la Garganta. Desde una cruz de término, respirando tranquilidad y con la mirada puesta en el horizonte al pico de Gratal, me comprometo a una próxima y pronta visita para completar el circuito. Me he sentido muy a gusto.


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