miércoles, 15 de julio de 2020

00921 El Solomillo de Cerdo

ENVUELTO EN BEICON Y SALSA ROQUEFORT


Tengo claro que la gastronomía, y sobre todo, cocinar, evoca recuerdos. Sabores que nos transportan a lugares siempre queridos, imágenes que nos llevan a otras edades, olores que nos traen al presente un grato pasado inolvidable. Para mí, este solomillo de cerdo envuelto en beicon y salsa roquefort es un claro ejemplo de ello, aunque con matices. Me explicaré.

En realidad, el solomillo de cerdo envuelto en beicon lo descubrí hace ya algunos lustros en el bar Subordán, en la elegante y pintoresca localidad de Hecho. Fue al finalizar un día bien vivido entre paisaje, palabra, paseos y queridas compañías. Para mí, la localidad y el valle cheso siempre han sido así. Acabar en el Subordán con una buena cena era, y sigue siendo, otro de los pequeños placeres irrenunciables. Acostumbrábamos a cenar unos buenos huevos fritos, acompañados de algún predicamento y patatas fritas cuya materia prima salía del huerto de Arturo. Insuperable. Hasta que un día apareció en la carta un solomillo de cerdo envuelto en beicon a la pimienta verde. Y por supuesto, acompañado de las deliciosas patatas fritas. La propuesta resultó tan deliciosa que en venideras visitas suplió a los huevos fritos, cuando no caían sendas especialidades en una sentada.

No pregunté cómo se elaboraba tan original plato. Por aquella época empezaba a dar mis primeros pasos en la cocina y algo que probaba fuera de casa y me gustaba, intentaba reproducirlo ayudado de los libros y recetarios que iba adquiriendo. Lo cierto es que la primera vez que lo hice en casa para agasajar a unos amigos, di en el clavo. Sin querer entrar en competición con el del bar Subordán, la verdad es que allí, allí estaba. Siempre, siempre que lo hago, me acuerdo de los grandes momentos vividos en tan familiar establecimiento hostelero de mi querido Hecho.

Estas pasadas Navidades, para dar contenido a la cena de la noche más buena del año,  me acordé de este plato y también recordé la afición de mis hijas por la salsa de roquefort. Así que cambié la pimienta verde por la salsa de queso.

Insisto en que no sé cómo se cocina este plato en el bar Subordán. Mira que tengo confianza con la familia, pero nunca he llegado a preguntar por su personal factura de hacer. Así es como lo intuí en su momento y así lo comparto a continuación.

Ingredientes para 8 personas: 2 solomillos de cerdo, lonchas de beicon ahumado suficientes para envolver los solomillos, 500 ml de nata líquida para cocinar, 350 gramos de queso de roquefort o queso azul, aceite de oliva virgen, pimienta molida y sal. Si lo hacemos a la pimienta verde, cambiaremos el queso roquefort por 3 cucharadas de pimienta verde en salmuera.

Elaboración: En una sartén con un poco de aceite virgen de oliva, marcamos los solomillos a los que les habremos añadido sal y pimienta molida. Una vez marcados los solomillos, los envolvemos en lonchas de beicon y los depositamos sobre una bandeja de horno con los pliegues del beicon hacia abajo para que no se nos suelten las lonchas. Introducimos la bandeja en el horno pre calentado a 180 grados centígrados por espacio de 20 minutos, vertiendo sobre los solomillos el aceite sobrante del marcado en la sartén.

Para la salsa, ponemos a hervir la nata liquida y cuando comience la ebullición, añadimos el queso roquefort. Bajamos el fuego y vamos dando vuelta con una cuchara de madera a la salsa hasta conseguir el espesor deseado.

Una vez cocinados los solomillos, los cortamos en medallones y servimos con una generosa ración de salsa de queso de roquefort. Si la salsa la hacemos a la pimienta, mismo proceso, salvo que añadiremos a la nata líquida una cucharada de maizena para que espese.






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