miércoles, 31 de octubre de 2018

00854 Las Calles Empedradas

ALFOMBRAS PÉTREAS


He tenido que pensarlo varias veces antes de dar el sí definitivo a las calles empedradas y traerlas hasta este caleidoscopio vital o listado de mi relación con las cosas que me rodean. A mis ojos y sensaciones les encantan, no así a mi dolorido pie izquierdo donde hace años se asentó y acomodó un más que incómodo callo que cuando divisa un empedrado se teme lo peor. Al final, mi pie izquierdo me ha dado su consentimiento y me ha dicho que vale, que bueno, que todo sea por la originalidad, belleza y concienzudo y exclusivo trabajo que se aglutinan en estas alfombras pétreas y que tan caras de ver se hacen hoy en día.

Hasta hace unos años, las calles de los cascos históricos de muchas ciudades se cubrían a base de piedras y adoquines que fueron cediendo su espacio al asfalto en favor de la comodidad para su tránsito. Solo hay que echar un vistazo a fotografías y postales antiguas para comprobar cómo se han ido perdiendo estos suelos tradicionales por otros de aspecto "más urbano". Por eso, cuando en mis escapadas doy con una de estas alfombras pétreas me gusta mirarlas y admirarlas en su conjunto, en su espacio delimitado habitualmente por nobles edificios de recia piedra y curiosa historia. Me gusta transitarlas aunque mi pie izquierdo se queje. Es solo un momento, le digo, le engaño, solo un instante, lo que me cueste imaginar, recrear y sentir el cómo, el por qué y cuál fue su razón de ser. Porque también en este sentido, nada es azar. La piedra y su pétrea grafía no es un caprichoso, cada una tiene su por qué.






No hay comentarios:

Publicar un comentario