miércoles, 24 de octubre de 2018

00850 El Lomo con Queso

BUENA PAREJA


Cuando las calorías y  michelines no estaban en mi vocabulario, uno de mis "bocatas" de diez, entre una larga, larguísima lista de ellos, era el de lomo con queso, cortado el primero bien fino, y el pan untado en tomate. Solo con pensarlo ahora se me alegra el estómago y tengo que decirle que no se cree falsas expectativas, que solo es un comentario traído de otros tiempos.

El último bocadillo que comí de estas características ni lo recuerdo por más que intento hacer memoria. Sin embargo, sí que me acuerdo cómo volvió a mi dieta el lomo con queso,  con cuchillo y tenedor, aunque sin el untuoso pan. Fue con motivo de un régimen al que me sometí hace algunos años y  a sugerencia de la báscula que con mudo sobresalto arrojaba el dígito 95.

Se trataba de una dieta fácil de llevar, entretenida y en ocasiones hasta atractiva. De aquellos días todavía hoy pongo en práctica alguna de las sencillas elaboraciones sugeridas. Como por ejemplo, el lomo a la plancha con queso. Cuando en el régimen diario y cambiante aparecía "lomo con queso", era como una fiesta en la mesa. Sí, para que fuera una fiesta con apoteosis final, le faltaba la chispa del pan con tomate. Pero estábamos a lo que estábamos y aunque la dicha no fuese completa, el sabor no engañaba al recuerdo ni a la báscula.

Ahora, cuando hay para comer lomo a la plancha, ya no se pregunta si va acompañado de queso; es una obviedad.














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