domingo, 14 de octubre de 2018

00836 Pequeño Gran Placer

UNA SENCILLA LATA DE ANCHOAS


Cuanto nos rodea en el día a día está lleno de pequeños grandes placeres. Bien se vale de ellos para sobrellevar los muchos desatinos que también en el día a día nos acompañan hasta el hartazgo.

Se trata de pequeños momentos placenteros que hasta puede que nos pasen desapercibidos o que ni siquiera les demos esta categoría por lo mundanos y cotidianos que nos resultan. Están por todas partes e incluso algunos llegan de imprevisto. No es necesaria mucha inversión ni tampoco requiere elaborar un anticipado plan estratégico para alcanzar un soñado objetivo. Es mucho más simple y sencillo. Para conseguir una sensación de gusto intensa y profunda solo se requiere un mínimo de atención y algo de  convencimiento. Un ejemplo, una lata de anchoas y dos trozos de pan. Aparentemente, poca cosa. Pero si sacamos con delicadeza los filetes de anchoa de la lata y los colocamos de forma ordenada sobre un trozo de pan, sin prisa, recreando el momento, y lo mordemos por su mitad para a continuación dejar que el mar y la sal ocupen la boca, mientras aspiramos el instante a la vez que cerramos los ojos y levantamos la cabeza para afianzar el deleite, parece otra cosa.

Miro la fotografía y me dan ganas de ir al frigorífico y abrir una lata de anchoas. Pero no, no es el momento. Ahora no toca. Además, nunca se debe ni abusar ni forzar, ni siquiera de los pequeños grandes placeres.

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