martes, 5 de junio de 2018

00712 Los Lirios Silvestres

DOMESTICADOS

Han tenido que pasar dos años para que unos lirios silvestres que recogí en un día de campo y planté en una maceta de la terraza de casa me regalaran lo mejor de ellos; sus flores. Dos años de cuidados y atenciones para que finalmente, esta primavera, me obsequiaran con dos hermosas flores moradas. Creo que ha sido un premio que me han concedido por mi tenaz constancia, por perseverar en una ilusión de recuperar para mi entorno una flor de la que tan gratos recuerdos guardo anclados en tiempos pretéritos. Estaba convencido de que tarde o temprano esta flor me volvería a acompañar. Era solo cuestión de tiempo y espera.

Fueron tan solo dos varas de flores. Suficientes para disfrutarlas durante unos días efímeros. Disfrute que comenzó cuando descubrí que entre las hojas de la planta "algo" parecía querer despuntar. Eran dos varas que buscaban el cielo abierto donde eclosionar fruto y color. No se trataba de unos simples lirios silvestres. Era el recuerdo que regresaba del pasado para quedarse, una pequeña ilusión que se hizo grande cuando alcanzó la planta todo su esplendor. Parecerá una tontería, pero las apenas dos semanas que las flores habitaron en mi terraza, me parecieron como un festival de sensaciones con imágenes difíciles de olvidar.

Las flores fueron cumpliendo su ciclo vital y marchitaron un día casi sin avisar. Corté las varas, no sin antes agradecerles su vuelta al hogar. Ahora la planta despunta sus verdes hojas lanceadas en la espera, en nuestra espera, de que el color y los recuerdos retornen a brotar.

Se dice que los lirios morados transmiten un deseo que se escapa del control de nuestros sentidos. Esta flor, que emana belleza y un dulce aroma, sugiere y expresa lo que sentimos. El lirio morado representa, en el lenguaje de las flores, la justicia, la paz y el control.


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