jueves, 31 de mayo de 2018

00705 La Flor de Iris

SABIDURÍA, PASIÓN Y FE

Este año he disfrutado de tan solo tres. Me hubiese gustado tener trescientas en la terraza. Me parece una flor hermosa, sugerente y aromática. Fueron tres las que a diario atraparon mi mirada en un extremo de la terraza. Salir, ver, acercarme, oler y hasta la próxima vez. Me acompañaron apenas un par de semanas; un par de semanas de grata supervivencia en la terraza.

Es una flor cargada de simbología y color. Conocida científicamente como iris germánica, forma parte de las aproximadamente doscientas variaciones que forman la familia de las iridáceas. Llama la atención el abanico de sus tonalidades, desde el blanco hasta el púrpura pasando por el amarillo y violeta.

Ademas de su atractivo colorido y aroma, la flor de iris fascina por la cantidad de historias que sobre ella giran. Los antiguos griegos la bautizaron con el nombre de una figura mitológica,  la diosa Iris; la diosa que unía lo terrenal con lo celestial. Además, relacionaban su figura con el máximo representante del color; el arco iris, un regalo del cielo.

Los egipcios consideraban que sus originales y personales pétalos conllevaban el valor de la sabiduría y la fe y su fuerza llegaba hasta el mundo divino.

En Francia, la conocida Fleur de lis también formó parte de las más altas esferas siendo el símbolo elegido por la monarquía francesa durante la Edad Media.


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