sábado, 5 de mayo de 2018

00677 La Ermita del Toral

FIESTA DEL ORGULLO PASIEGO


Las ermitas son otra de mis debilidades. Me identifico mucho con ellas. Habitualmente ubicadas en preciosos parajes. Solas, humildes, casi olvidadas salvo el día señalado de celebración y romería. Lugar de oración y recogimiento donde poder hacer acopio de paz y silencio.

La última la encontré al regreso fallido del puerto de las Estacas. Un edificio sencillo a orillas del río Miera. Construida a finales del siglo XVIII o principios del XIX. De planta rectangular, con una esbelta torre remata en cúpula a los pies. Los muros son de piedra caliza, con mampostería y sillería en esquinales y vanos. Tras décadas de abandono ha sido recientemente restaurada.

Cerrada a cal y canto, no pude entrar a orar y pedir todo lo que tengo que pedir en los últimos tiempos. Me limité a observar y rogar a través de los muros que guardan el silencio y el acompasado discurrir del Miera entre piedras y pequeños remolinos. La visita fue breve, pero algo me dijo que me fuera tranquilo.

Aquí, en la ermita del Toral, se viene celebrando en los últimos años la "Fiesta del Orgullo Pasiego" para preservar las costumbres y tradiciones del valle. Vecinos de San Roque de Riomiera, de la Vega del Pas y de San Pedro del Romeral se reúnen acompañados de la música del pito, el tambor y las panderetas para mantener vivas las costumbres pasiegas. Relinchos, ordeños y como espectáculo, uno de los deportes autóctonos más impresionantes del valle: el salto pasiego, con el que antiguamente los ganaderos salvaban los obstáculos de los caminos y prados por medio de una vara flexible de avellano de más de dos metros de longitud. Y como en toda fiesta, no falta la gastronomía: chorizada, sobaos, quesadas y quesucos de las leches de las villas pasiegas.







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