sábado, 5 de mayo de 2018

00676 Variado de Croquetas

PARA NO TENER QUE ELEGIR

En algún momento de este caleidoscopio vital ya he dejado manifiesta mi debilidad por las croquetas y mis esfuerzos por conseguir, no siempre lo logro cuando las hago, una textura crujiente y cremosa que es como me encantan. No tengo para ellas un sabor dominante; me gustan todas: de pollo, cocido, jamón, pescado, morcilla, marisco, vegetarianas, de queso... con cualquier sustancia.

Mi referente en croquetas, hasta la fecha, lo localizo en Cantabria. Raro es encontrar un lugar donde no las sepan hacer bien; crujientes, cremosas y plenas de sabor. La apoteosis llega cuando te dan la posibilidad de no elegir. Decidir nunca se me ha dado bien, así que cuando me ofrecen una selección de croquetas, no saben el favor que me están haciendo. Salvando las distancias, cuando esto ocurre, me viene a la cabeza Forrest Gump y su popular frase de "“Mi mamá dice que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes qué te va a tocar”. Igualito que el variado de croquetas, "nunca sabes qué sabor te va a tocar o con qué sabor te despedirás de ellas, de ella".

Anotado otro pequeño momento de felicidad, solo me queda por averiguar a quien se debe tal descubrimiento. Parece ser que los romanos ya comían algo parecido, pero fue en Francia, gracias al cocinero Antoine Carême, rey de los chefs y chef de los reyes, quien las introdujo en las cocinas nobles a mediados del siglo XVIII, tras haberlas servido en uno de sus banquetes bajo el nombre de croquettes à la royale. Se popularizaron en una época en la que la necesidad imperaba y la harina era abundante. Así que se aprovechaban los sobrantes de cocidos y estofados para hacer croquetas.

En España, los primeros indicios los cita Emilia Pardo Bazán quien aseguraba que las croquetas hechas con pollo o vaca ya eran populares en 1913.


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