viernes, 4 de mayo de 2018

00675 Huesca, para Comértela

DE UNTA PAN Y MOJA

La casualidad ha querido que la forma de este filete empanado se asemeje a la silueta de la provincia de Huesca. O así me parece verlo. Pienso que algo les une. Y es que el uno y la otra están para comérselos. 

No descubro nada nuevo al decir que en la provincia oscense se come de vicio. Cierto es que tampoco aporto novedad alguna al decir que en España, vayas donde vayas, se come fantásticamente bien. De lujo. Pero como el filete nos ha salido altoragonés, bien está traer hasta aquí algunos apuntes improvisados sobre la rica y sugerente gastronomía de esta tierra. No es el momento ni el lugar para citar destinos ni nombres propios. Algunos ya han ido apareciendo tras memorables encuentros gastronómicos. Solo reconocer a los profesionales en general de esta provincia,  que se esfuerzan y preparan diariamente para mantener la tradición culinaria de esta tierra sin olvidar que los tiempos cambian y con ellos, los gustos y exigencias. Desde los que apuestan por mantener sobre los fogones las recetas heredadas de nuestros antepasados hasta quienes sobre esa misma base ponen en práctica sus estudios e ingenios. Todos suman, cada uno en su quehacer, para que el resultado sea de sobresaliente.

No hay comarca donde no haya como mínimo un par de restaurantes de referencia y una docena de lugares que de forma personal se toman como referencia. Verduras, hortalizas, legumbres y carnes, buenos productos de proximidad, para presentar al comensal una buena y atractiva paleta de sabores y olores que animan y dan alas a los sentidos. Migas, calderetas, asados, guisos, cocidos, salmorrejos, productos de la añorada matacía, abadejos, potajes, ranchos, sopas, dulces... y todo acompañado por unos buenos caldos de ya renombrada fama.

Observo de nuevo el filete empanado y vuelvo a ver la silueta de la provincia de Huesca, y sí, rotundamente sí, el uno y la otra están de unta pan y moja.


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