viernes, 12 de enero de 2018

00614 La Iglesia de Santa María la Blanca

BERBEGAL


Otra joya de nuestro rico y no siempre bien valorado patrimonio cultural. Disfruté de ella no hace mucho y gracias a una marcha reivindicativa, con final en la localidad de Berbegal,  y que había sido organizada por la plataforma ciudadana "Sijena Sí". Se trataba de "exigir", una vez más, el retorno de los bienes pertenecientes al monasterio de Sijena, así como los denominados bienes eclesiásticos de la Franja, que se encuentran en Cataluña. Unos días después, mor a la justicia y tras más de veinte años de litigios, el 11 de diciembre, una fecha que pasará ya al imaginario colectivo, no solo de los vecinos de Villanueva de Sijena, sino de monegrinos y aragoneses,  43 piezas artísticas del cenobio sijenense, regresarían a su lugar de origen.

Mientras esperaba la llegada de los reivindicativos andarines, me dediqué a recorrer la "coqueta" localidad, y cuya espectacularidad y sensaciones trasladaré aquí en otra ocasión. Un recorrido que finalicé, como no podía ser de otra manera, con el recreo de la Iglesia de Santa María la Blanca. Ya el nombre me parece hermoso. Se trata de una iglesia románica, interrumpida e inacabada, que se proyectó y comenzó a construir en los primeros años del siglo XII. Según leo, en un inicio se contempló como una iglesia de tres ábsides y tres naves cubiertas con bóvedas de medio cañón, pero las obras se detuvieron y no se retomaron hasta finales del siglo XII. Las naves se terminarían de forma apresurada con un solo tramo más. 

Son muchos los detalles que conforman y adornan el templo. Desde la puerta, que simboliza la frontera entre la tierra y el cielo, hasta el Cristo Pantocrator, el crismón trinitario o los capiteles que decoran los vanos absidales. Un auténtico disfrute. Si a quien pudiera leer estas líneas le interesa más datos técnicos e históricos al respecto, le sugiero una visita a la página www.romanicoaragones.com, de Antonio García Omedes, gran experto y conocedor del románico de esta comunidad.

Que Berbegal fuera el final de la citada marcha reivindicativa no fue un capricho de la organización. Cuando se construyó la torre de la iglesia, se adquirió un frontal para adornar el altar mayor. Era menos costoso que decorar la iglesia con pinturas murales. Estas obras pintadas imitaban las suntuosas piezas de oro, piedras preciosas y esmaltes que poseían los principales centros religiosos del occidente románico europeo. De hecho, según leo, los frontales pintados son una excepción en el resto de Europa y en su mayoría proceden de núcleos rurales de Aragón y Cataluña, alejados de las rutas de peregrinación y comercio. "La dependencia jurídica de Berbegal del Obispado de Lérida en el momento en que algunos obispos iniciaron el Museo de esta diócesis, desvincularon esta pieza, única y excepcional de sus legítimos herederos". O como dice el propio García Omedes, "un asunto tan esperpéntico como vergonzoso es el de la retención del frontal de Berbegal a cargo del desobediente obispo de Lérida, que parece no reconocer la potestad de las decisiones Vaticanas". Un frontal, una obra maestra y única, de 2,51 por 0,99 metros, realizada entre 1200 y 1210. Desde 1904 figura en el inventario de los bienes del Museo Arqueológico del Seminario de Lérida, hoy, Museo de Lérida Diocesano y Comarcal, centro museístico en el que hasta el 11 de diciembre se encontraban las 43 piezas, ahora ya en el monasterio de Sijena.
El citado frontal fue trasladado a Lérida por mandato del obispo Messeguer y "a pesar de todos los esfuerzos para lograr su reposición a sus propietarios, la iglesia de Berbegal, el tema sigue aún congelado. No tengo más adjetivos que vergonzoso y desmotivante", concluye García Omedes.








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