lunes, 8 de enero de 2018

00611 El Roscón de Reyes

POR TRADICIÓN Y SABOR 

Es otro de esos dulces que, aún sin ser goloso, están en mi listado de preferencias. Y está por varios motivos; por tradición, porque me gustan los ingredientes empleados en su elaboración y porque con él se pone fin a unos días de total descontrol alimentario. Con el último bocado de bollo y nata, en el postre de la comida del día 6 de enero o en el café de sobre mesa en casa de mi hermana Gemma,  mi Pepito Grillo me dice, "ya está, hasta aquí, a partir de ahora y hasta nueva orden, control". Y así es como con el último "lametón" de nata, inicio el regreso a mi ser.

Un dulce tradicional en la víspera o en el día de Reyes que nada tiene que ver con la llegada de los Reyes Magos a Belén. Su origen se localiza en el siglo II a. C., cuando a mediados del mes de diciembre, tras la finalización de los trabajos en el campo y a lo largo de una semana, se realizaban unas celebraciones paganas conocidas como "las saturnales", en homenaje al dios Saturno, deidad romana de la agricultura, en las que se festejaban el fin del periodo más oscuro del año y el inicio de la luz. En este periodo los esclavos estaban excusados de cualquier trabajo y podían pasar esos días de una manera más amable. Entre las muchas viandas que se preparaban para tal celebración se realizaban tortas a base de miel y a las que se les introducían algunos frutos secos, dátiles e higos. Un postre que se convirtió en uno de los más populares durante la celebración de la "fiesta de los esclavos", como también era conocido este festejo. Se calcula que fue en el siglo III d.C. cuando se introdujo la conocida haba, considerada como un símbolo próspero y de fertilidad; aquel que se encontraba en su porción de torta con esta legumbre se le auguraba prosperidad el resto del año.

La receta del roscón es antigua en el mediterráneo. Principalmente se elabora con harina, levadura, leche, huevos, agua de azahar, margarina, azúcar y sal, aunque se pueden añadir otros ingredientes,  como el anís o cualquier aromatizante al gusto. Para la decoración se suelen utilizar frutas escarchadas. Se dice que la fruta confitada de color rojo y verde, son el símbolo que representa las gemas y esmeraldas que los Reyes de Oriente llevaban en sus túnicas. El roscón clásico es sin relleno o relleno de nata, si bien con el paso del tiempo se han ido incorporando otros rellenos, como el de crema pastelera, chocolate o trufa.

En Francia, en el siglo XVIII, un cocinero que tenía ganas de agradar al pequeño rey Luis XV, introdujo como sorpresa en el roscón una moneda de oro. Evidentemente, a partir de ese momento la moneda adquirió más valor simbólico que la tradicional haba, convirtiéndose en el premio deseado, mientras que nadie quería que le tocase la popular legumbre. En España, aunque la tradición de comer roscón estaba muy extendida, sería Felipe V quien traería la modalidad de introducir una moneda en el interior del postre. En la actualidad, las monedas han sido sustituidas por figuritas. Al comensal que en su trozo de roscón le sale la figurita es coronado como "rey de la fiesta" y al que le sale el haba, además de pagar el roscón,  es nombrado como el "tonto del haba", origen del popular insulto "tontolaba".

He aquí el roscón de Reyes/tradición de un gran banquete/en el cual hay dos sorpresas/para los que tengan suerte.

En él hay muy bien ocultas/un haba y una figura;/el que lo vaya a cortar/hágalo sin travesuras.

Quien en la boca se encuentre/una cosa un tanto dura/a lo peor es la haba/o a lo mejor la figura.

Si es la haba lo encontrado/este postre pagarás/más si ello es la figura/coronado y Rey serás.




  
   

     

   





No hay comentarios:

Publicar un comentario