viernes, 10 de noviembre de 2017

00579 Los Palosantos

KAKIS


Me acabo de poner como el kiko por dentro y un poco por fuera. Estaban deliciosos. Maduros, dulces y golosos como yo los recordaba. De comer con una cucharilla, de otra forma habría sido imposible hacerlo. La pulpa estaba en su punto, gelatinosa, jugosa y sabrosa. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto comiendo este fruto. Ha habido alguna que otra aproximación, pero como en esta ocasión, me tendría que remontar lejos, muy lejos.

Desde que la conocí, y de esto hace ya varias décadas, siempre me pareció un fruto muy especial. Por su sabor tan peculiar, por su forma atomatada, por su atractivo color... y ahora, pasado el tiempo, por los gratos recuerdos que vienen a mi memoria y que no volveré a relatar pues ya fueron escritos en este blog en algún momento de su andadura.

Para mí siempre han sido kakis, pero si hoy los denomino así, es en honor y gratitud a mi amigo Juan, de Sariñena. Hemos estado un rato conversando sobre varias cuestiones, o mejor dicho, él ha hablado y yo le he prestado atención. Me gusta escuchar la voz de la experiencia pronunciada, eso siempre se nota, desde un trabajado corazón. Ahora mi amigo Juan anda preocupado y molesto por los impuestos de transmisiones patrimoniales. Uno de los muchos grandes debates de la actualidad que nos toca vivir. Ya nos despedíamos que me ha interrogado, ¿te gustan los palosantos? Vaya si me gustan, los adoro. A los pocos minutos se ha presentado con una caja de cartón y una docena de tan por mí, apreciado fruto. "Son de los árboles de mi huerto", me ha dicho con su habitual sonrisa. Nada más verlos he intuido que tenían que estar de diez. Y así ha sido, de los de recordar.

Por cierto, que he estado mirando el por qué de palosantos, y al parecer esta popular denominación tiene que ver con la festividad de "todos los santos", que cae justo durante la mejor temporada de este fruto.

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