miércoles, 17 de mayo de 2017

00481 El Queso

UN REGALO DE LOS DIOSES


No sé por dónde empezar. Enumerar los que me gustan resultaría un castigo de memoria y escritura. Me gustan todos, aunque con algún tipo de queso disfruto más que con otro. Citar el que podría ser mi preferido sería tan injusto como la pregunta trampa de a quien quieres más a papá o a mamá. Decir que me alimentaría solo de queso, ya está dicho. Y que un momento de placer lo encuentro delante de un surtido de quesos, un buen pan, un buen vino y una grata compañía, también dicho queda.

Está clara mi devoción por el queso, una querencia que me acompaña desde niño, aún cuando por aquel entonces el muestrario al que podía acceder era muy limitado. Pasados algunos años, cuando con mi familia nos trasladábamos a Francia o Andorra y visitábamos unos grandes almacenes, mientras mis acompañantes adultos dedicaban su tiempo de ocio a comparar precios con España de artículos varios, yo me perdía entre las vitrinas dedicadas a los quesos y sus olores. Grandes, pequeños, triangulares, envasados, con aromas, de bola, que no sé por qué me hacían tanta gracia, tiernos, curados, de colores, de aspecto horrible pero que seguro tenían que estar de vicio, curados, tiernos, cremosos, de hierbas, ahumados, con especias..... era mi quesoland particular. Pasados algunos otros años, es decir, en la actualidad, sigo con la misma práctica y entretenimiento. Tengo debilidad por el muestrario de quesos y descubrir nuevos sabores.


Hubo un tiempo, cuando comía o cenaba fuera de casa, que mi postre consistía en queso. Me gustaba acabar con unos trozos de queso. Sin predilección, el que me ofrecieran en el restaurante en cuestión.Si no tomaba queso parecía que no había comido o cenado. Dejé de seguir esta apetitosa costumbre por los continuos decires de los comensales. ¿Te has quedado con hambre? ¿No has tenido suficiente? Yo que no soy de muy replicar, me limitaba a mirar los platos de mis compañeros de mesa, con sus natillas, tartas de chocolate, flanes o lo que hubiere. Pareciera que el plato de queso era más contundente.

Algo tendrá el queso cuando para los antiguos griegos este alimento "era un regalo de los dioses".







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