martes, 7 de febrero de 2017

00431 Los Timbales

FANTASÍA E IMAGINACIÓN


Suenan timbales de paz, color y fiesta en la cocina. Todavía se escucha en la lejanía del tiempo el clan, clan de las viejas flaneras de metal y recipientes de cristal en el bullir del agua hacendosa en una mañana cualquiera de domingo. Tradición, imaginación y constatación, todo vale para entretener a los sentidos. Un poco de aquí y otro poco de allá, más de esto que de lo otro, que combinen los colores traídos de la tierra o del mar que el sabor ya vendrá. Visual, sensual y hasta casual, todo cuenta para un entretenimiento fugaz y distraído. Suenan timbales de seducción en la cocina.


Me resulta simpática y atractiva la presentación de platos en forma de timbal. Elaboraciones hay a cientos, tantas como dicta la imaginación. Desde la sencillez a la complejidad de su preparación existe un amplio abanico. Últimamente me da por hacer timbales con restos de comida o con alimentos errantes, sometidos a un ir y venir por el frigorífico. El resultado, además de ser muy visual, es curioso y satisfactorio. En próximas entradas iré compartiendo algunos de ellos. De momento, sirvan como anticipo las imágenes.

Un timbal no es otra cosa que un molde en forma de cono o cilindro corto usado para distintos tipos de preparación. Son muy populares en varias culturas al ser un plato que se adapta a muchas variaciones e ingredientes: carnes, aves, pescado, caza, verduras, frutas e incluso helados. Dependiendo de la clase de timbal que se prepare se puede servir horneado, al vapor o frío y una vez preparados los ingredientes básicos del timbal, se pueden agregar ingredientes adicionales como condimentos o especias, así como salsas.

Leo que en el siglo IV a.C. los antiguos griegos elaboraban una especie de timbal en algo parecido a un concurso. Se recoge que en Atenas el primer premio se le otorgó a un timbal al horno relleno de picadillo de pechugas de faisán y trufas laminadas, punteado de sal y aromatizado con diferentes especias.










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