miércoles, 1 de febrero de 2017

00426 Los Bisaltos

TIRABEQUES, ESTIRABEQUES, MIRACIELOS


Esta leguminosa,  variedad del guisante,  siempre me ha parecido una gran olvidada. Tendrá que ser la primera vez que la vea en el menú o propuesta de algún restaurante. Por no faltar a la verdad, en contadas ocasiones la he encontrado en alguna elaboración presuntuosa, de forma aislada y a modo de elemento decorativo. Mis conocidos detractores de los bisaltos se sitúan entre el desprecio más absoluto, sin dar muchas más explicaciones, hasta a los que no les gustan  por su peculiar sabor, pasando por aquellos que solo pensar en su consumo les produce una tremenda pereza.

A mí, más que gustarme, me encantan. Sobre todo, los de la primera floración. Pequeños, tiernos, al vapor o en una mínima cocción. Tanto me agradan que incluso, herencia de mi madre, aprovecho el caldo de su cocción para hacer una sopa de pasta con el añadido de una pastilla de caldo de carne. Mi madre siempre lo reservaba para hacer una sopa de pan y huevo. Por gustarme, me gustan hasta sus populares y deliciosos nombres populares: tirabeques,estirabeques, miracielos, come todo...

Hace unos días,  un conocido me habló de la última exquisitez que había probado; unos bisaltos a la plancha con salsa de ostras. Todavía se relamía mientras me lo contaba. Más que con la salsa de ostras, no tengo la menor idea de como se elabora, me quedé con la copla del "modus operandi": a la plancha. Precisamente, en esos días,  en la frutería en la que compramos habitualmente se exhibían a buen precio unos pequeños y atractivos bisaltos. Compramos medio kilo con la intención de hacerlos a la plancha con el socorrido sofrito de cebolla y jamón. ¡Qué cosa más deliciosa! El único incordio, pero aún así merece la pena la dedicación, estriba en despojarles de las hebras que les rodean.

La elaboración no puede ser más simple. Hacemos un sofrito de cebolla al que añadiremos unos taquitos de jamón. En una sartén con muy poco aceite, escasamente enseñárselo,  pasamos los bisaltos,  vuelta y vuelta, que pierdan su color natural. Mezclamos con el sofrito, espolvoreamos unas escamas de sal Maldon y a disfrutar de unos estirabeques al dente con los que en esta ocasión, no hay que mirar al cielo.
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