domingo, 29 de enero de 2017

00424 Las Legumbres

JUDÍAS, GARBANZOS Y LENTEJAS


Olores de siempre, de recuerdo y compañía. Su remojo en vísperas era anuncio de un mañana con cuchara. Contadas de una a una, pacientemente, para que no se colara en el condumio algún "huesped" no deseado. Los pucheros tenían nombre, el de los garbanzos, el de las judías y el de las lentejas. Y también predicamento del bueno si no era tiempo de Cuaresma. Si era así, aceite, ajo y según,  huevo duro y laurel.

Del mar, de la tierra, del cielo y de la huerta. Todo lo admiten en justa medida y medido tiempo. Lento en su quehacer para un grato sustento que huele a cocina ancestra. Ya huele la olla desde sus adentros y llega el refranero con sus aciertos: "Judías todos los días, eso es mucha judería", "Marzo en lluvias, buen año de alubias", "Por San Simón y San Judas, las habas son orejudas", "Por San Marcos, el garbanzal ni nacido, ni por sembrar", "Tienes pan y lentejas, de qué te quejas", "El garbanzo, agua al cocer y nacer", "Garbanzos y judías, hacen buena compañía", "Habar que florece, a gloria huele"

Junto a los cereales, las legumbres han sido cultivadas desde hace siglo por distintas culturas y constituyen uno de los alimentos básicos de la población desde el neolítico. En algunas civilizaciones incluso llegaron a ser moneda de cambio. Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo, parece ser que las legumbres entraron en Europa en los años posteriores al Descubrimiento para pronto formar parte de lo que hoy denominados Dieta Mediterránea. El escritor italiano Humberto Eco asegura que "las legumbres salvaron a Europa durante la Edad Media de su extinción, ya que las epidemias, guerras y hambrunas solo pudieron combatirse gracias a las judías".

En España, cocidos y potajes han acompañado las comidas de los hogares, pudientes o humildes, y ocupado miles de páginas de nuestra literatura y objeto de atención de numerosos pintores.






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