viernes, 13 de enero de 2017

00413 La Cecina

A SER POSIBLE DE LEÓN


Más que gustarme, me encanta. Me parece que ya he utilizado esta frase en referencia a algún que otro alimento de los que figuran en el listado de estas diez mil cosas. Cecina, si está sacada de una buena pieza de vaca, bien cortada y es de León, podría estar comiendo sin talento. Sólo su inconfundible olor me atrapa como el queso al ratón. De paso, acompañar a este placer de pastor y tradición con un buen vaso de vino tinto que al respirar me haga creer de nuevo en la vida. Y puestos a pedir, tomar el dúo en una humilde cantina.


Carne salada, enjuta y seca al aire, al sol o al humo, así la define el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Carne apetitosa, de cuerpo recio y aroma de otoñal campo, así se define a mis sentidos esta vianda que en el siglo XVII ofreciera la "Pícara Justina", mesonera audaz, a arrieros y viajeros.

Carne de vacuno -tapa, contra, babilla o cadera- y sal. Perfilado para dar forma a las diferentes piezas; Salado para incorporar la sal marina común a la masa muscular, favoreciendo la deshidratación de las piezas y su perfecta conservación; Lavado para eliminar la sal sobrante adherida en  la superficie; Asentamiento para eliminar el agua de constitución con la pieza colgada al aire y a temperatura lo más baja posible; Ahumado en leña de roble o encina; y Curación de 7 a 22 meses.

Un largo y laborioso proceso para un efímero y disfrutado yantar.




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