lunes, 31 de octubre de 2016

00388 Un Golpe de Color

ADMIRACIÓN SIN PALABRA


No es pereza. No la alimento. Es ausencia de palabra que se ha ido sin decir nada. Me ha dejado atrincherado con apenas cuatro vocablos que no me atrevo a pronunciar por si hago daño. Se ha llevado el rico repertorio de admiraciones y asombros. Me siento desnudo, acomplejado, abatido. Me falta el recurso de la palabra.

Miro y no pronuncio. Siento y ni tan siquiera exclamo. Me estremezco y no sé cómo expresarlo. 

Mis ojos se sienten angustiados por no poder pronunciar palabra. Me piden auxilio, no correspondo. No puedo amparar cuando la inutilidad se hospeda en mi alma.

La realidad es tozuda, me subrayo repetidas veces, aunque la disfrace con el ropaje de la palabra. Hoy sólo puedo ver y admirar un golpe de color en la espesura del monte a la espera de que regrese ella con su don a mi rescate.




domingo, 30 de octubre de 2016

00387 El Pan Pao

UN BAOZI EN EL L'USUELLA


Desconocía su existencia hasta que me acerqué hasta el Restaurante L'Usuella, de mi amigo Jorge Zanuy, en Salas Bajas, atraído por dos tapas que presentaba al concurso comarcal de tapas del Somontano. Jorge volvió a sorprender con su permanente búsqueda de contrastes, sabores y originalidad. De una parte, un delicioso "Tataki de vaca y masa madre"; de otra, un "Bocata de Kalamares" en Pan Pao. Dos sugerentes propuestas que no defraudaron a los sentidos.

Aunque el tataki estaba delicioso, lo dejaré aparcado para otro día y me centraré en el bocata por lo novedoso que para mí fue el soporte del bocadillo: un pan pao al vapor. Como he comentado con anterioridad, desconocía su existencia y me encantó la elaboración con la que Jorge me bautizó en su catadura: calamar rebozado en su propia tinta, yogur de oveja de Fonz, pepinillo agridulce, menta, cilantro, albahaca y siracha. Todo en su justa medida. Cuatro bocados, y en cada uno de ellos, los distintos sabores iban adquiriendo su especial protagonismo sin buscar disputa alguna con el resto. ¡Qué manera de disfrutar! Me hubiese comido media docena de estos exclusivos bocadillos que entraban al paladar casi de puntillas. Una generosa y perfecta combinación entre el suave dulzor y esponjosidad del continente, y la continua explosión de sabores del contenido, todo bajo la dirección de su hacedor Jorge.

Tanto me llamó la atención el Pan Pao que cuando llegué a casa, lo primero que hice fue saber algo sobre tan sorprendente alimento. El baozi o bao, bau o Min Pao, es un tipo de bollo de pan relleno y generalmente cocido al vapor, muy habitual de la cocina china. Puede estar relleno de carne picada o de verduras y en la cultura china puede ser servido con cualquier plato, formando muy a menudo parte del desayuno.

Leí que "el origen de este pan se remonta al período de los Tres Reinos en la historia china y que su creación se asocia al estratega militar Zhuge Lian quien, inmerso en una expedición al extremo sur de China, vio como sus soldados se estaban infestando por una peste. Para su salvación, debía sacrificar varias cabezas de su ejército. Zhuge Lian accedió al trato con astucia ordenando crear panes cocidos al vapor rellenos de carne de vacuno, simulando cabezas humanas y mostrándolos como las de sus soldados. La ofrenda de este sacrificio funcionó y su fábula derivó en un pan comestible propio de China".

También leí que en Sichuan se rellenan con carne picante y bañados en salsa, mientras que en Shangai suelen estar rellenos de espinacas y queso de soja. Es frecuente ver dos medidas de 3 y 10 centímetros de diámetro, siendo los pequeños destinados a restauración y los grandes vendidos en puestos callejeros.

El Pan Pao tiene la peculiaridad de que no se hornea tal y como estamos acostumbrados, sino que se cuece al vapor. Todo miga y sin corteza, su masa es muy simple. Se elabora con harina de repostería y con dos fermentaciones muy cortas; la primera en bloque y la segunda una vez que se han formado y rellenado. Debido a las fermentaciones tan cortas, el pan pao cede la mayor parte del protagonismo al relleno.

Observo en la red que hay muchas sugerencias para hacer este pan en casa. Un día de estos lo intentaré pero con otro relleno distinto al de Jorge Zanuy. Con un atrevimiento, el de hacer Pan Pao, será suficiente.
















viernes, 28 de octubre de 2016

00386 El Lavadero de Montmesa

PUNTO LIMPIO DE ENCUENTRO


Acabo de visitar la pequeña y vecina localidad de Montmesa. El día ha acompañado y ha hecho más amable si cabe, el transitar por sus calles y recios rincones. El paisaje que la rodea es muy visual, tentador. He tomado algunas notas que cualquier día de estos trasladaré a este caleidoscopio compartido y vital. Sólo un apunte, cada vez estoy más convencido de mi querencia, con todos sus peros, hacia estos personales y peculiares lugares.

He finalizado el recorrido en el antiguo lavadero, rehabilitado junto con la iglesia y algunas calles hace cinco años. Se trata de un lugar acogedor, flanqueado por un cuidado césped que me ha invitado a dejar caer mi cuerpo sobre él. Desde esta improvisada zona de confort he recreado mi mirar por entre piedras, surcos y agua. He deslizado mi vista por un  espacio que otrora fuera lugar de trabajo, punto de encuentro y de tertulia para las mujeres del lugar; un singular universo heredado de madres a hijas a lo largo del tiempo. Días de laboreo entre ropas blancas con olor a limpio y nudillos enrojecidos.

La imagen de mi abuela Genoveva ha llamado una vez más a mi memoria como cuando ella venía a casa y delante de la lavadora traía a aquel presente sus días de lavado en el río. Escucho su voz de cristal que nos contaba cómo llegaba caminando desde su casa al arroyo acarreando el  barreño de ropa sucia y la losa de madera con hendiduras donde se restregaba la ropa. Por jabón, el que se hacía en casa con sosa y grasa de la que sobraba en la matacía. Sin esperarlo,  me llega después de tantos años el olor de ese jabón elaborado de forma artesanal que se guardaba en piezas rectangulares y que a mi madre siempre le gustaba disponer para "las manchas difíciles y a mano". Jabón que en una ocasión calmó mi dolor de malherida pierna mediante jabonosas friegas calientes. Todo un alivio antes de que se diera de forma certera con mi lesión y que finalmente me haría pasar por el quirófano. Siempre he pensado que mi abuela, como tantas  mujeres de su generación, fueron auténticas heroínas de la supervivencia sin más recompensa que la de no caer en el olvido. Y me parece ver sonreír a mi abuela y decirme, "que cosas dices".

Vuelvo a fijar mi mirada en la humilde infraestructura que solía construirse a las afueras de los pueblos y cerca de arboledas donde se aprovechaba para tender la ropa y de paso que se orease. Lavaderos que se dividían en dos estanques; uno para lavar y otro, algo más elevado, para aclarar. Y entre lavado y aclarado, horas de compartir en tertulia hacendosa, angustias, confesiones, alegrías, esperanzas... el día a día de cómo se tejía la vida.













jueves, 27 de octubre de 2016

00385 La Iglesia del Monasterio de San Pedro de Siresa

DE EXTREMA ADMIRACIÓN


Regreso de manera imprevista a rodearme de silencio entre el asombro y la paz no calculada. Me siento en un austero banco para dejar que mis ojos, como mariposas aladas, vuelen entre siglos y se posen en piedras calladas. No puedo evitarlo, me sucede siempre que me enfrento a un mirar desacostumbrado.

Mis ojos recorren pausados, arcos y altares, vetustas sillerías, fajones, pilastras, arquivoltas y cruceros. Se detienen. No es cansancio. Vislumbran dolor. Es un Cristo que se representa muerto y sereno con cuatro clavos y un ombligo en espiral. A mis ojos le resulta hermoso y les cuesta transitar por este mar de piedras reposadas no sin antes pronunciar una oración anunciada.

Vuelvo a releer la historia de este singular edificio ubicado en vía romana, en el camino que atravesaba el Pirineo. Son muchas las especulaciones sobre las fases constructivas de este singular edificio. Se sabe que existió en el siglo IX un Monasterio dedicado a San Pedro de gran importancia e influencia. La creciente relevancia de otros focos eclesiásticos como San Juan de la Peña o la Catedral de Jaca supuso el cese de la actividad monástica y el inicio de una etapa de decadencia, sólo frenada con algunas intervenciones en su estructura.

Llama la atención la existencia en un pueblo tan pequeño de un edificio de dimensiones catedralicias. La razón para explicar el por qué de tan magno edificio hay que buscarla en su origen monástico y el apoyo regio con que contó. Se sabe que el conde carolingio Aznar Galindez estableció aquí un monasterio en el año 833 bajo la regla de San Crodegando y que se convirtió en uno de los corazones espirituales de los jovencísimos condados aragoneses y también en uno de los motores altomedievales que impulsó el reino de Aragón. De hecho, el propio Alfonso I el Batallador pasó su infancia y fue educado en este monasterio de San Pedro de Siresa.

En el año 922 se convirtió en sede episcopal pero fue abandonado durante la destrucción de Pamplona por parte de Almanzor. Ya en 1063 pasó a depender de la Diócesis de Jaca y en 1077, Sancho Ramírez lo cedeió a una comunidad de monjes agustinianos. En 1145 San Pedro de Siresa pasaó a depender realmente de la Catedral de Jaca, motivo por el cual comenzó el proceso de pérdida de vitalidad e importancia. En la actualidad, tan impresionante obra es sólo iglesia parroquial de Siresa.

En el año 1991 unas excavaciones realizadas en el subsuelo hallaron muros de una iglesia de tres naves y cabecera recta que se piensa pudiera pertenecer a un templo visigodo anterior a la fundación del siglo IX. Es posible que se construyera luego un edificio verdaderamente carolingio de tres naves del que quedaría la parte más occidental del templo actual, como el túnel abovedado que sirve de acceso a la puerta y sobre el que hay una tribuna a la moda carolingia. En los siglos XII y XIII se harían reformas en este templo, como la cabecera. Es posible que la desnudez de la obra carolingia se rematara en un románico también ascético y sobrio, propio de tiempos donde se impone la estética cisterciense. También durante el Renacimiento se abordarían nuevas obras. Así pues, el templo actual de San Pedro es un refrito de épocas y estilos que, sin embargo, y especialmente en su interior, es de una perfección y armonía arquitectónica sin parangón. Lo que queda hoy es un misterioso templo de grandes dimensiones, construido con sillería y desnudo completamente de escultura monumental. Tiene planta de cruz latina, formada por una sola nave y transepto acusado en planta. Tiene la iglesia una cabecera con ábside poligonal al exterior y semicircular al interior. Tanto en el muro exterior como interior del ábside alternan ventanales con arcos ciegos de medio punto.

Por lo que respecta a los bienes muebles, se conservan interesantes muestras antiguas y medievales, como la inscripción romana del siglo IV en relación a la calzada que comunicaba Hispania con la Galia, el Cristo que se encontró hace unos años en la restauración,  un ejemplar soberbio del siglo XII y que debió de pertenecer a un Descendimiento a tenor de la postura flexionada del tronco,  una talla de madera románca de María con el Niño, del siglo XIII, la Virgen de Siresa, varios retablos de distintas épocas que abarcan desde el gótico al barroco y una pila bautismal, posiblemente románica de austera copa lisa.

La iglesia de San Pedro de Siresa es Monumento Histórico Artístico de carácter Nacional desde el año 1931.


























lunes, 24 de octubre de 2016

00384 El Carpaccio de Torteta

ESA GRAN DESCONOCIDA




No es una definición correcta si nos ceñimos a que un carpaccio es una preparación en finas láminas de una carne o pescado crudo,  pero no se me ocurría otra manera de significar este plato. El único parecido es que la presentación que hasta aquí traigo de esta elaboración de la matacía de cerdo típica altoaragonesa, en esta ocasión, se hace a base de finas láminas de tan singular alimento.

Hubo un tiempo en el que devoraba torteta sin miramiento alguno. La edad me lo permitía, el ejercicio era diario y constante, a mi cuerpo su ingesta no parecía incomodarle y siempre era bien recibida. En ocasiones, cuando mi madre me enviaba a la carnicería de Amado Ara a buscar provisiones para preparar la visita de alguno de mis hermanos, rara era la vez que llegaban todas las tortetas en perfecto estado de revista. Siempre había alguna que lo hacía tullida. Por el camino de la carnicería a casa los pellizcos a tan humilde alimento eran tentadores e irresistibles.

En aquellos días, la presencia de tortetas en el frigorífico de casa, entre otras especialidades, anunciaba la pronta llegada de alguno de mis hermanos. Una de las cenas, si no eran todas, consistía en un par de huevos fritos con la crujiente torteta pasada por la sartén con muy poco aceite. Cuando la comíamos, y eso que las de Amado Ara eran excepcionales, siempre salía a colación como una letanía, que como las que hacía la abuela Genoveva y mis tías Olga y Blanca, no había ninguna. Casi en punto y seguido recordábamos los días de matacía en Alcalá de Gurrea, los sabores y olores del invierno y el anecdotario particular y colectivo de cada uno de los comensales presentes. Todavía ahora sigo manteniendo esa costumbre y si viene algún hermano a casa, le esperamos con alguna torteta que presentamos en salmorrejo acompañada de su longaniza, lomo, costilla de cerdo y tortilla de trampa. Gloria borda este guiso.

Al margen de esas situaciones, de vez en cuando, muy de vez en cuando, compramos alguna que otra torteta que consumimos en forma de "carpaccio". Hay que cortarla en crudo muy fina,  con lo que nos ahorramos que pase por la sartén y su correspondiente fritura. Una vez dispuesta en el plato, vertemos sobre ella un buen chorrito de aceite de oliva virgen y añadimos unas escamas de sal Maldon. Está deliciosa y no necesita más acompañamiento. Además, al ser un plato compartido, comes menos; lo suficiente para el deleite del paladar y para que no caigan en el olvido los sabores de la infancia.

En otra ocasión me recrearé más con esta gran desconocida de la cocina española.










domingo, 23 de octubre de 2016

00383 La Tortilla de Patatas

CON CEBOLLA


Cuando estoy un tanto "fané y descangallé" me da por hacer una tortilla de patatas. Enseguida se me pasa el mencionado estado anímico. No sé si será por el mientras tanto o por la sin igual recompensa obtenida a su finalización. El caso es que se trata de un buen antídoto o por lo menos a mí me da un buen resultado. Lo acabo de comprobar ahora mismo.

Mientras hacía tan especial manjar me ha venido a la cabeza que la tortilla de patatas es un socorrido tema de conversación. Y es curioso, al igual que la paella, el cocido, la fabada o el asado, cada autor hace la mejor elaboración posible. "A mi me gusta con cebolla", "a mí con el huevo bien cuajado", "yo odio la cebolla y me gusta que el huevo no acabe de cuajar", "a mí me gusta con la patata cortada gruesa", "no, no, yo la paso por la mandolina, tengo la medida ya cogida; me gusta la patata más bien fina e igualadita", "está mal que lo diga, pero todo el mundo que prueba mi tortilla de patatas dice que es la mejor que ha catado nunca", "yo la hago al microondas para que no coja tanto aceite".... son algunas de las manifestaciones tantas veces pronunciadas llegado el caso.

A mí me suele salir rica, según me dice la gente allegada, pero reconozco que las he probado mejores. Por ejemplo, las que hace mi hermana Gemma o mi sobrina Blanca. Son tortillas con sabor a bienvenida que son las que más me gustan. Ya en otro plano, me encantaban las que servían en el Bar Olimpia de Huesca, opinión ésta bastante generalizada entre los parroquianos que acudíamos a este establecimiento hostelero.


Mientras daba la última vuelta a la tortillas de patatas he pensado en lo que une y también socorre. Una cena imprevista, una excursión a la vista, un premio a deshora, un cualquier cosa, un matagusanillos, una alegría a la vista, un triángulo milimetrado, muchos cuadrados compartidos... ¡Qué gran anfitriona! ¡Qué bien saber estar tiene!

Interesado por su origen, acabo de leer que "la leyenda afirmaba, que fue el general Tomás de Zumalacárregui quien, durante el sitio de Bilbao, inventó la tortilla de patatas como plato sencillo, rápido y nutritivo con el que saciar las penurias del ejército carlista. Aunque se desconoce si es cierto, decían que la tortilla comenzó a difundirse durante las primeras Guerras Carlistas.  Otra versión de la leyenda afirmaba que lo inventó una anónima ama de casa navarra, en cuya casa paró el mencionado Zumalacárregui, la señora, que era pobre y lo único que tenía eran huevos, cebolla y patatas, acabó haciendo un revuelto con todo ello, revuelto que gustó mucho al general, que luego la popularizaría entre sus tropas.
Recientemente el libro La patata en España: historia y agroecología del tubérculo andino, escrito por el científico del CSIC Javier López Linaje del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, confirma el origen de la tortilla española en la localidad extremeña de Villanueva de la Serena, durante el siglo XVIII. El citado libro contiene datos concretos que hablan de la tortilla de patatas en esta localidad unos veinte años antes de las primeras menciones en la leyenda tradicional. En concreto, López Linaje señala que el firmante de la comunicación que así lo prueba, Joseph de Tena Godoy y Malfeyto, la dató exactamente en la comarca de La Serena, el 27 de febrero de 1798. La publicación se hizo en el Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos (en el número 85, volumen IV, páginas 111-112). La obra hace referencia a documentos que hablan de la tortilla de patatas en esta localidad en 1798, y atribuye su invención a Joseph de Tena Godoy y al marqués de Robledo, dos hacendados ilustrados de Villanueva de la Serena, que trataban de encontrar un alimento barato para paliar las hambrunas basado en la patata. Lo primero que tuvieron en mente es conseguir pan de patatas, pero en vez de hornearlo pasarlo por la sartén. Con la ayuda de varias mujeres del lugar, la idea fue evolucionando a freír, con el aceite de oliva de allí, las patatas cortadas sin necesidad de hacerlas harina y añadirle huevo batido, consiguiendo para asombro de todos este manjar.

En Villanueva de la Serena desde hace mucho tiempo la tortilla de patatas está presente en sus tradiciones culinarias. En el tradicional Día de la Jira, el Lunes de Pascua, la tortilla de patatas es protagonista para disfrutar de este día de campo. Además desde el año 2013, basado en el descubrimiento del origen villanovense de la tortilla de patatas, se celebra la Feria de la Tortilla en Villanueva de la Serena"
Por cierto, a mí me gusta la tortilla de patatas con cebolla, el huevo sin acabar de cuajar y la patata más cocida en aceite que frita.













sábado, 22 de octubre de 2016

00382 Cuando la Humildad se Hace Tapa

TAPA CON ALMA


Ahora que la llamada micro cocina se ha puesto tan de moda y con un resolutivo todo vale.  Ahora que parece  que se ha perdido el norte a la hora de definir el concepto de lo que es una tapa. Ahora que casi todo en los fogones pasa por la tradición actualizada,  de repente, un día, casi sin esperarlo, alguien te sorprende desde la extrema sencillez con propuestas curiosas y sin artificios ni pretensiones. Es lo que denomino una "tapa con alma". Y de estas tengo varias que iré compartiendo en días venideros.

Ocurrió recientemente en un concurso gastronómico celebrado en el Bajo Cinca de la provincia oscense, en concreto en Fraga, en el Bar Cafetería La Tribuna. Dos propuestas: Variat (un pincho insertado de los tradicionales aperitivos) y Habas/patatas de Fraga. Para empezar, nombres concisos, directos y sin disfraz alguno para su presentación. Propuestas sencillas, cuyo único objetivo, según la regente del establecimiento, no era otro que recuperar la tradición cuasi perdida de la hora del vermú.

De la primera propuesta no hay mucho que hablar. El aperitivo de toda la vida con ingredientes de calidad y bien administrados. Fue en la segunda presentación con la que mi interlocutora me enganchó. Me habló de sus tiempos de infancia, juventud y adolescencia. De cuando iban a la huerta y comían de lo que ésta les proporcionaba. De esos años guardaba un grato recuerdo de un plato que lo sigue haciendo aún ahora e incluso para agasajar a huéspedes y amigos. Un plato de toda la vida elaborado con humilde producto de la huerta fragatina y que en ocasiones también se acompañaba con caracoles simplemente hervidos. Ella quería que en su establecimiento se recordara ese sabor de siempre porque entendía que hay sensaciones que no se podían perder y máxime cuando se trata de un sabor que pertenece al imaginario colectivo de un pueblo. Por eso hizo de ese recordado plato una tapa. Patatas y habas hervidas, acompañadas de un ali oli hecho a mano. No hay más secreto ni más virtud. La tapa sabe a lo que sabe; a verdad, tradición y también a algo de alma.

viernes, 21 de octubre de 2016

00381 No Me Canso de Mirar

UN PEQUEÑO DELEITE


No me canso de mirar. Me hastía más el olvido y las aparentes perspectivas que se truncan por el camino. Mirarte es un placer, un deleite que llama a las puertas de mis ojos para buscar acomodo allí donde se fija el énfasis de la recreación.

Mirarte se convierte en arte, en una producción de imágenes que se abstraen hasta convertirse en una aplicada ilusión, en un suspiro de alivio de necesario resurgir. Filigranas de agua juguetean imprecisas sobre un mar que todo lo ampara. Surcos de plata compiten con esa mar en calma bajo un cielo que sonríe por tan singular estampa.

Parece que fue ayer cuando disimulé estas palabras. Sí, fue ayer cuando dirigí hacia tí mi penúltima mirada desde un mirar que no cansa, marinera Pedreña, la de la bahía soñada.

00380 El Puré de Zanahoria

DAUCUS CAROTA


He bajado considerablemente la guardia en mi dieta. No necesito subirme a la báscula para constatar que en los últimos días no me estoy portando bien. Hay otros chivatos que así me lo indican. Hacer vida social es lo que tiene.

Comencé la semana con buenos propósitos pero según han ido pasando los días, el control se ha descontrolado sobre manera. Una comida fuera de casa, un par de encuentros con viejos y queridos conocidos, algún que otro picoteo a destiempo, una cena de capricho y para remate, mi participación como jurado en un concurso de tapas han dado al traste con mis buenas intenciones. Así que si inicie la semana con un puré de calabaza, la cerraré con otro de zanahoria. Confío en ser capaz de no sucumbir a nuevas tentaciones.

Agua a hervir con un poco de sal, una  pastilla de caldo, siete zanahorias y dos patatas. Esto es lo que hay. Una vez cocidas las hortalizas y los tubérculos, triturar con el brazo de cocina, añadir agua de la cocción hasta dar con la textura deseada, punto de sal y un chorrito de aceite. A la hora de servir, incorporar unas pipas de girasol para subir el tono de tan precaria elaboración.

Cuentan de la zanahoria que es uno de los alimentos más saludables. Además de sus conocidas propiedades benefactoras para la piel y la vista, esta hortaliza de nombre que asusta, "Daucus carota", vigoriza la mente, es un buen anticancerígeno gracias a su alto nivel de carotenoides, estimula el apetito, fortalece cabello y uñas, alivia las afecciones respiratorias, protege el corazón, combate el estreñimiento y ejerce como excelente diurético, entre otras bondades.

En una ocasión leí que antiguamente la zanahoria se cultivaba por sus ornamentales hojas y semillas aromáticas,  y no por su comestible raíz.







miércoles, 19 de octubre de 2016

00379 Las Azaleas

EL INVIERNO SE APROXIMA


Ha sido un sutil reencuentro. Hacía tiempo que no tenía la oportunidad de disfrutar de su belleza tan de cerca. Ha sido en la terraza de casa de mi hermana Gemma. Compartimos por las plantas el mismo gusto. Observo que han llegado a la terraza recientemente. Sus hojas están muy, muy verdes y salpicadas de un buen número de capullos que pronto serán flor.

Posiblemente sea la planta de invierno que más me atraiga a pesar de lo mal que se portaba conmigo cuando la tenía. Todos los cuidados eran pocos y seguía al pie de la letra los consejos sobre su cuidado. La ubicaba en un lugar fresco, con luz y protegida de los rayos del sol. Mantenía el compost mojado, pero evitando la saturación de agua, y la abonaba con fertilizante líquido cada dos semanas durante la temporada de floración. Dos, tres, un mes a lo sumo conseguía que me alegrara con su peculiar y alegre belleza. Pasado ese tiempo, comenzaban a caer las hojas hasta mostrar su completa desnudez. Entonces su imagen era de un patetismo mayúsculo al igual que mi contrariedad por no conseguir mantenerla verde y floreciente. Llegado a este punto siempre me decía lo mismo, "esta es la última". Pero llegaba el otoño siguiente, veía una azalea en alguna floristería y acababa por llevarla a casa. Supongo que algo tendría que ver también mi madre a quien igualmente le encantaban las azaleas.

Cuando he visto las de Gemma he recordado la mesa camilla cubierta con un tapete de ganchillo blanco donde a mi madre le gustaba colocar esta planta y el acogedor contraste que le daba a la fría habitación de paso. Recuerdo contar diminutas flores, a mi madre le gustaba contar las flores, y recoger del tapete las hojas que, pasadas dos, tres, un mes a lo sumo, iban cayendo sobre él hasta que la planta quedaba en un ridículo esqueleto filamentoso. Hasta que la planta no se despojaba de su última hoja no era retirada,  algo que le daba un aspecto más ridículo si cabe. Siempre albergábamos una última esperanza y tampoco molestaba.

Hago memoria y creo que desde aquel entonces no he vuelto a tener azaleas. Puede que este invierno recupere su presencia en casa aún sabiendo que por más que la cuide en dos, tres semanas..... Me ha gustado volver a verlas y los recuerdos que me han sobrevenido.