lunes, 26 de septiembre de 2016

00368 La Ensalada Micológica

ENSALADA EMOTICONO 9


Llega el otoño y con él, bosques y montes nos reclaman para ser paseados y disfrutar así de la cambiante naturaleza. Días de coger templanza antes de que el invierno nos apalanque en casa y llegado el caso, intentar también hacernos con alguna sabrosa seta. Es para lo que nos puede servir esta ensalada emoticono por nombre "Ensalada Micológica".

La podemos utilizar como pregunta, ¿vamos a por setas? O también como información para nuestro interlocutor del hecho de que estamos en el monte a la busca y captura del hongo. En este último caso, casi seguro que nuestro curioso interlocutor se interesará por el estado numérico de las setas que podamos llevar en la cesta. Si es escaso bastará con un onomatopéyico "grrrrrrr". Si por el contrario la cesta se muestra generosa, reenviaremos varios emoticonos seguidos de esta ensalada.

Curiosamente, esta ensalada micológica no cuenta entre sus ingredientes con seta alguna. Está elaborada con los restos de unos pimientos rojos asados en el horno de casa y con lo que sobró de una ventresca de bonito hecha el día anterior también al horno.

Que disfrutéis de esta colorista, hermosa y sensitiva estación otoñal.

Ingredientes: lechuga, pimientos rojos asados, ventresca de bonito al horno, sal, aceite y vinagre.







domingo, 25 de septiembre de 2016

00367 Será por Flores

PEPINOS, NI UNO


No voy a ocultar mi ilusión y mi decepción en un punto y seguido. A falta de huerto tradicional, -una de mis muchas pasiones, ahora en "stand by" u obligada carencia-, me aventuré esta primavera a organizar mi pequeño huerto urbano en la terraza de casa. No es lo mismo pero era una manera de quitarme el mono de tierra y recompensa. Algún que otro conocido me había trasladado sus satisfactorios logros conseguidos y animado a que lo intentara. Así que me puse manos a la obra.

Hice provisión de buenas macetas, grandes maceteros, tierra y abundante dosis de ilusión, algo que nunca debe faltar. En cuanto a semillas, opté por aquellas que pensé podrían dar un apetecible resultado: calabacín, pepino, pimiento y tomate. Se trataba de mi primer huerto urbano y tampoco era cuestión de venirse muy arriba. Planté las semillas en tiempo y forma. Pronto comenzaron a brotar las plantas y con ellas mi satisfacción y expectación. Las verdes hojas de calabacines y pepinos no se hicieron esperar, no así las de las tomateras y pimenteras que se mostraron algo más perezosas. La cosa parecía prometer. Las dos primera empezaron a coger cuerpo al mismo tiempo que lo que no debían; una plaga de pulgón que combatí rápidamente pero que dejaron su mella en las plantas.


Mientras pimenteras y tomateras se lo tomaron con calma, las plantas de pepino y calabacín iniciaron su floración, sobre todo las primeras. ¡Qué gozada! Flores y más flores de un intenso color amarillo aparecían cada día. Me relamía pensando en los platos de pepino que iba a cenar y con los gazpachos de mil maneras que intentaría elaborar con tan excepcional materia prima.  Pero no, las flores escasamente me hacían compañía tres o cuatro días para pasar a mejor vida. Alguna hasta me mostró el fruto que no sería más grande que los guiones que acompaño (------------------). Pregunté del por qué a los entendidos en la materia. Será exceso de agua. A pasar sed. Será que tiene mucha flor. A cortar flores. Será... No se qué fue, el caso es que ni un pepino de muestra. Caso similar sucedió con las plantas de calabacín, tomateras y pimenteras.

Reconozco que me sentí un tanto frustrado y que recogí con rabia mi aprendiz de huerto urbano. Pasado el tiempo me dijeron varias fuentes que este año no había sido nada bueno para la huerta. Ahora, pasado el tiempo también, observo las fotografías y rememoro los gratos momentos que pasé al lado de estas diminutas flores amarillas y que tan entretenido e ilusionado me tuvieron. No hubo frutos, es cierto. Quiero pensar que tuve la oportunidad de disfrutar de una curiosa planta ornamental. La vida me ha enseñado de forma tozuda que todo en ella es una mera cuestión de matices.












miércoles, 21 de septiembre de 2016

00366 Los Paisajes Callados

GRATA COMPAÑÍA


Agradezco vuestro silencio entre tanto charlatán, entre tanta palabra aprendida, bien vestida, directa para engatusar. Leo entrecomilladas la últimas mentiras; perdón, las penúltimas, las zagueras están por llegar. Siempre están por llegar.


Un día más
regresan el abatimiento y la náusea. Una inquietud ya conocida se apodera de mi ser en toda su extensión. Se hace necesario el  momento de alzar la vista y dejar que vague y se distraiga por los paisajes callados para despistar a los incontenidos pesares de la tinta negra.

Paisajes callados que no engañan ni mienten. No incomodan ni discuten. Sólo acompañan en la tozudez de los días despojados de altanaría, necedad e hipocresía. Así se presentan mar, agua, horizonte velado, despeinada arena, y una luna que busca equilibrado descanso sobre un tejado encantado. Todo en silencio, de puntillas, como corresponde al paisaje varado en jornadas de mudanza.













lunes, 19 de septiembre de 2016

00365 La Ventresca

DE BONITO O ATÚN


No siempre es sencillo encontrar ventresca,  ya sea de atún o de bonito, en nuestro supermercado habitual de tierra adentro, y si alguna  vez la vemos en la pescadería, rápidamente le echamos el "anzuelo". En casa nos gusta a todos. De sencilla y rápida elaboración, no más allá de una veintena de minutos, y fácil de amigar con un buen número de acompañamientos.

Su exquisitez viene dada por su proporción de grasa, con un sabor mucho más intenso que el resto del pescado, la textura de su carne gelatinosa y su peculiar laminado. Cuando hacemos ventresca al horno siempre suele quedar algún trozo que gustosamente consumimos laminado al día siguiente en ensalada o con unos pimientos asados y sus correspondientes ajos fritos o con cebolla de Fuentes, sal y un buen aceite.

Conozco varias formas de hacer la ventresca al horno, según he ido aprendiendo. Aunque la base es la misma, su elaboración sólo se diferencia en pequeños detalles en forma de ingredientes y  a modo de toque personal. En mi caso, no me complico demasiado la existencia. Limpio bien la pieza quitándole una telilla de piel amarilla o verdosa que puede dar un sabor amargo e intento quitarle el máximo de espinas posibles. Una vez aseada, coloco la ventresca en una fuente de asar con la parte de la piel hacia abajo. Sazono la pieza y vierto sobre ella dos o tres dientes de ajo laminado y un buen chorro de aceite. De esta guisa introduzco la fuente en el horno a 200 grados por espacio de 20 minutos. Hay que tener cuidado de que no se nos pase de horneado y resequemos las pieza. Lo mejor es que cuando empiece a tomar color, apaguemos el horno y dejemos que se atempere.

Si dispongo de algo de tiempo y la premura no me pisa los talones, me gusta acompañarla con una buena ración de cebolla pochada. La ventresca la preparo como he comentado con anterioridad y pongo a pochar cebolla que coloco sobre el pescado una vez sacado del horno y antes de presentarlo a la mesa.

Según he podido leer, la ventresca tiene un alto contenido en proteínas y aporta ácidos grasos poliinsaturados, idóneos para reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares. Además, contiene fósforo, vitaminas B6, B12 y vitamina D.




sábado, 17 de septiembre de 2016

00364 El Derby de Loredo

UN SINGULAR ESPECTÁCULO


La tranquila, abierta y acogedora playa de Loredo cambia durante tres días su acostumbrada y playera imagen veraniega. Unos infrecuentes pero esperados visitantes se incorporan a su arena para galopar sobre ella y dejar grabada su inequívoca huella. Es la 60 edición del Derby Internacional de Loredo. Un evento ineludible para los jinetes y amazonas del turf más prestigiosos del mundo y que cuenta con la participación de más de 60 jockeys y un centenar de caballos.

La mañana es limpia y soleada. Hoy haremos un alto en el camino de la ola y la toalla, del vuelta y vuelta, para recrearnos con el color, el  sonido y los contrastes de las "carreras de caballos" de Loredo. Es el primero de los tres días de la gran cita anual. Pensábamos que llegábamos pronto para coger un buen sitio, pero no. Siempre hay alguien que llega antes que tu. Son muchos, multitud, los aficionados y curiosos como nosotros que se han apostado ya en torno al improvisado perímetro del área de campo de carreras. Público en su mayoría familiar, con niños menudos, que también como nosotros aprovechan esta cita para dar un plus a las jornadas estivales más allá del rastrillo, la pala, el castillo de arena y el cubo.

Además de recrearme con tan singular espectáculo, quiero captar imágenes sin molestar y sin ser incomodado. Mi corta experiencia en estas lides me dice que será un objetivo poco alcanzable. No tengo más que echar mano de la memoria y revisar mis aventuras en San Lúcar de Barrameda o en este mismo lugar en pasadas ediciones. Finalmente, decido clavarme como una seta en un pequeño claro en la recta de carrera que mira al mar. Un mar plagado de diminutos puntos negros que esperan pacientes la llegada de la ola que les haga avanzar hacia la orilla. Son los surfistas, deporte de moda en los últimos años en las playas de Somo y Loredo, ajenos a cuanto acontece a sus espaldas y que sin ellos así decidirlo,  también forman parte del espectáculo visual.

La primera de las carreras se hace esperar. Me entretengo buscando encuadres. No sé para qué si los caballos en carrera no posan. Apenas son cuatro o cinco segundos desde que los veo a través del visor de la cámara y desaparecen. Lo mejor, disparar a ráfaga y esperar algún regalo fruto de la improvisación.

Los cuatro caballos participantes en la primera de las carreras salen a la arena. He tenido suerte. La toma de contacto con el firme, sus primeros trotes y galopes minutos antes de que se inicie la salida de la carrera los ejecutan prácticamente delante de mí. Tanto los equinos como sus movimientos son preciosos. Aprovecho este instante,  como un golpe de fortuna,  para hacer algunas fotografías sin titubeos. ¡Qué estampas más gratificantes y hermosas!

Los participantes son llamados para que se acerquen a los cajones de la línea de salida. Les pierdo de vista. Por el murmullo de los espectadores, entiendo que la carrera ya ha comenzado. Supongo que se habrá anunciado por megafonía pero ni me he enterado absorto como estoy con el paisaje. Aparecen a lo lejos tras tomar la primera curva y encarar la recta donde me encuentro. Cámara al ojo y el oído presto al atractivo y sonoro galopar. Es la señal para que mi dedo índice empiece a actuar.  El griterío aumenta. Parece que todavía están distantes pero no, los oigo aquí ya. Clic, clic, clic, clic, clic, clic, clic, clic, clic... Visto y no visto,  tal y como era de esperar. Galope y griterío se desplazan, se alejan, se pierden, se adivinan ya. Una acelerada voz megafónica anticipa el final. No sé si ha sido el 1, el 2, el 3 o el 4, el ganador. Me he apresurado a ver las imágenes capturadas al azar y me he quedado asombrado al observar a un caballo volar sobre la arena vecina del mar.




















miércoles, 14 de septiembre de 2016

00363 Cuestión de Espera

ACOSTUMBRADA ESPERA


Acabo de recoger la terraza. Ha quedado limpia y expedita. No queda casi nada de lo que recientemente albergó; algún pensamiento, y no en  flor, alguna palabra que todavía no se ha llevado el viento, unos raquíticos geranios y un buen número de bulbos en espera. Nada queda ya del amanecido color al que se acostumbraron mis días.

Miro ahora la terraza y parece que le falta algo. Y le susurro a mi mirada, "no es que le falte algo, le falta todo". Está desnuda de verde y flora, de agua con olor a tierra mojada, de ilusión por no ver crecer belleza y vida.

Algo me dice en mi interior que es una cuestión de espera, de una acostumbrada espera.

Sí terraza, sí, también tú espera, que pronto de nuevo llegará tu anhelada primavera. Te lo dice alguien en permanente espera.


martes, 13 de septiembre de 2016

00362 Castro Marim

DE PLÁCIDA OBSERVANCIA




Fue una visita breve, excesivamente breve, pero suficiente como  para quedarme con un buen sabor de boca y con la promesa de volver para adentrarme en su historia y sentir. Fue el inicio de una intensa jornada en la que el tiempo nos empujaba casi a tropezones. Con todo, aún pudimos subir hasta el Castelo para dominar con la vista una hermosa y pintoresca villa blanca de plácida observancia. Una pequeña localidad que se preparaba para vivir sus décimo novenas Jornadas Medievales y por las que a la postre pasarían cerca de noventa mil visitantes en sus cinco días de duración repletos de actividades. Según nos contó un miembro de la organización del evento con el que pudimos conversar, las Jornadas de Castro Marim están consideradas como las segundas más importantes del vecino país. Nos informó sobre los distintos desfiles previstos y cenas medievales y sobre el gran mercado medieval que se montaba durante estos días en el interior del Castelo con la participación de medio centenar de artesanos. Tomamos buena nota para asistir a la próxima edición.


Castro Marim se ubica en la portuguesa y bella región del Algarve. Se trata de la primera localidad con la que te encuentras tras atravesar la frontera portuguesa por Ayamonte y el Puente Internacional de Guadiana, construido en el año 1991, gracias a un convenio de colaboración hispano portugués. Apenas cuenta con 3.000 habitantes y su término municipal limita con el municipio de Alcoutim, España, Vila Real de San Antonio, el océano Atlántico y la singular Tavira.

La villa se levantó sobre las antiguas civilizaciones que fueron dejando allí su testimonio y conquistado de los árabes por Paio Peres Correia en 1242. El pueblo se desarrolló inicialmente dentro de las paredes del castillo que se alza sobre una colina y sobre la  base de la Iglesia de Santiago, primera parroquia del municipio. Desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVII fue un importante puerto pesquero y comercial. El 1 de noviembre de 1755 la localidad sufrió un terremoto que dejó las paredes medievales del castillo prácticamente inutilizables. El pueblo creció entonces en los extramuros sin lograr recuperar la importancia que tuvo en siglos pasados, agravado por el nacimiento de la vecinaVila Real de San Antonio, que con la colmatación de los estuarios provocó su caída.

Su castillo, clasificado como Monumento Nacional en el año 1920, se sitúa en el punto más alto de la villa entre macizas murallas. Fue mandado construir por el rey Alfonso III en el siglo XIII.






00361 Las Manitas de Cerdo

CON PERDÓN


No es que me gusten, adoro estas extremidades porcinas. En mi "encuesta" personal realizada a lo largo de múltiples tertulias gastronómicas, -por cierto, tema muy socorrido para romper silencios, cambiar de rumbo a una conversación con tintes peligrosos o para hablar de algo cuando no se tiene qué decir-, he comprobado que su sola mención no deja indiferente a nadie. Las manitas de cerdo tienen la facultad de ser ensalzadas o de producir un total rechazo.

A mí me chiflan hasta el punto de que en una ocasión, después de realizar un programa radiofónico en una pequeña localidad, su alcalde quiso agasajar nuestra presencia con una comida. El menú lo tenía ya pactado. De primero, unos generosos entrantes para continuar con un contundente asado de cordero de la zona con sus correspondientes patatas panadera. En un momento de la comida,  mientras daba buena cuenta de los embutidos caseros, croquetas y otros fritos, ví pasar por el comedor a uno de los camareros con un plato de manitas a la brasa que posteriormente depositaría en una mesa vecina. Se
me iban los ojos tras ellas. Su olor a brasa y a majada de ajo, aceite, sal y perejil , y el placer con el que se estaba comiendo el anónimo comensal las manitas de puerco, hicieron que mi falta de consideración llamara a mi puerta. Me lo pensé un par de veces, pero a la tercera no pude dejar de reprimirme y de interrogarle al anfitrión: Alcalde, ¿me permites que cambie el cordero por unas manitas? El primer edil me miró sin ocultar su cara de sorpresa, encogió los hombros y me respondió con un simple y sencillo "tú mismo", no exento de posibles interpretaciones. Recuerdo que mientras me deleitaba con las sabrosísimas manitas, el resto de compañeros comensales me miraban de soslayo intentando averiguar qué siroco me había entrado. A ninguno con los que compartía mesa y mantel les gustaban las manitas, según fueron confesando.

Cuando tengo la oportunidad de hablar de manitas de cerdo, y esta es una de ellas, recuerdo siempre las de difícil olvido. Unas se localizaban en un restaurante próximo a Huesca, ya desaparecido, y que compartí con mi queridísima cuñada/hermana Montse. Entre otros muchos sabores, compartíamos el gusto por las manitas de cerdo. En aquella ocasión, las comimos deshuesadas y rellenas de foie. Nunca las olvidaré. También memorables las que sirven en el Restaurante Canteré de Hecho; manitas deshuesadas rellenas de foie sobre lecho de manzana. Espectaculares!

Y qué decir de las originales hamburguesas de manitas de cerdo que me proporcionaba, hasta que dejaron de elaborarlas, mi sobrina Gloria desde la Cerdanya. Cosa rica, rica, como diría aquel. O las que cocina mi hermano Antonio,  y que sabedor de mi querencia hacia ellas, pone en la mesa cuando hay oportunidad de encuentro. Las imágenes que ilustran este texto son las últimas que me hizo acompañadas, como excusa y colofón, de unos certeros morros en un justo y equilibrado punto de cayena.

¡Aúpa las manitas de cerdo!

lunes, 12 de septiembre de 2016

00360 El Cielo Rasgado

DELICADEZA Y CORTESÍA


Antes de que caiga la noche, el cielo muestra el último regalo del día. Atrápalo si puedes, dibújalo si quieres, recuérdalo cuando necesites mariposas que revoloteen por tus ojos, ámalo si estás desentrenado. Es sólo un cielo que no hace daño.

Cielo rasgado vestido de pronta adormecida. Colores de ensueño para un tapiz inacabado como los sueños que no acaban de tejer su red para atraparlos.

Entorno los ojos y veo una sonrisa. Será para mí o será otra de mis fantasías. Entorno los ojos y veo una cara risueña de alegría. Será mi fantasía o la cara del día en su despedida.

Es lo que tiene el cielo rasgado, todo delicadeza y cortesía.

domingo, 11 de septiembre de 2016

00359 El Susurro del Agua

DISCURRE, TRANSITA Y FLUYE

Quédate quieto, ni siquiera un balanceo no vaya a ser que se arrepienta. Sólo escucha e interpreta. Igual no dice nada, como la vida a veces cuando no habla, o quizás lo diga todo, como la misma vida cuando no calla.

Hay que saber escuchar, me dice, con oír no basta. Es necesario sentir, que no parezca que todo pasa. Hay que saber interpretar cuando no hay palabra exacta.

El río habla, salta, enmudece, hace filigranas entre piedras inexactas. Discurre, transita, fluye, emana en un discurso de tránsito sin importarle nada. Como un susurro, como una letanía vaga, el río y su agua baja. No alcanzo a entender su lenguaje abstracto ni sé de que me habla. Pero algo me dice, lo noto en mi austera calma. Un run run de plácida agua salpica mi interior para calar mi alma. Me dejo llevar, quieto, sin apenas balanceo, adormecido por un sol, una luz y un sonido placentero que todo lo agranda. No es un sueño, es el susurro del agua que pasa, saluda y pasa.

viernes, 9 de septiembre de 2016

00358 Ensalada Saludable

ENSALADA EMOTICONO 8


Como hipocondríaco que me reconozco, no abundaré en pormenores con el significado y utilidad de esta ensalada emoticono. Como su nombre indica, se trata de una ensalada plena de salud y punto. Para qué adornarla más y meterme en fregados que pueden ensuciar lo que está ya limpio.

Sólo decir que es muy útil para trasladar a quien se interese por nuestro estado de salud, que la situación está bajo control y con los parámetros analíticos donde tienen que estar. No es necesario contar mucho más ni abundar al respecto.

A las preguntas ¿has ido al médico? ¿cómo estás? ¿qué te ha dicho? ¿estás mejor? ¿qué tal la analítica?... servirá esta ensalada emoticono como única respuesta sencilla y escueta.

Ingredientes: lechuga y una lata de mejillones en escabeche. Aceite, sal y vinagre, como en el resto de ensaladas emoticonos, al gusto.



00357 Arena, Mar, Reencuentro

SINFONÍA EN RE


Sí, lo sé, se REpite. Cómo no REgresar al lugar de cálido encuentro. REencontrarme con ese RElajado mar, REfugio de tantas y tantas REcaídas. Con una arena RElamida de tanta huella, de tanto paso REducido a un suave REalce sobre la húmeda estera.

REsiste, me dijiste un día, arena. REnace, me susurraste al oído, viento. REsurge, me ordenaste en la zozobra, mar, igual que hacen las REnovadas olas cuando buscan en la REluciente playa su REposo y su vuelta a empezar. 

Todo aquí es REconocible, REcordado, REalzado, REavivado, REceptivo. Todo aquí se hace REposo para REstablecer ánimo y sentimiento.

Volver para REvalidar el color de un paisaje tantas veces REtratado sin REsistencia y desde el REcogimiento de un tiempo REusado. Un paisaje y un tiempo que a pesar de haber sido tantas veces REvivido, todavía me REgala matices con los que REcrear mis REvoltosos sentidos.

Y cuando de nuevo el adiós nos REclame, sin posible REclusión, REanimaré nuestro REtiro con el REgocijo de la REmembranza  en un REnovado REencuentro con este mar, con esta arena de REflexión REquerida y por mí bien querida.