sábado, 26 de marzo de 2016

00265 Las Tortas de Sardinas

UNA VEZ AL AÑO


Aunque me gustan a rabiar, sólo las tomo una vez al año, en torno al día de San José. También es cierto que no suelo verlas en mi rutina diaria y si en alguna ocasión se han cruzado en mi camino, no les he hecho demasiado aprecio. Y es que hay alimento que tengo asociados a determinadas fechas y no concibo tomarlos fuera de ellas. No me saben igual. Será una más de mis manías o sencillamente es que soy hombre de tradiciones.

Desde el año 1997 resido en el barrio de San José de la capital oscense. Acabo de visualizar la fecha y me ha producido un vértigo tremendo. Es una zona tranquila y cómoda de la ciudad. También céntrica, si bien en Huesca no hay distancias. En estos años no he hecho vida de barrio al uso. Tampoco he tenido mucho tiempo. Ahora que dispongo de él, recientemente me incorporé como vocal a la Asociación de Vecinos con la intención de colaborar en la medida de mis posibilidades. No obstante, y gracias a que las niñas han sido mairalesas, Loreto, infantil y mayor, y Jara, infantil con pretensión de ser mairalesa mayor en un par de años, he tenido más o menos relación con sus juntas directivas en mi papel de "padre de mairalesas". He presentado en cuatro ocasiones el acto central de las fiestas de San José y en una ocasión, incluso me atreví a hacer las veces de mantenedor a petición de mi amigo y colega Jaime Ferrer, a quien no puedo negarle nada.

Son fiestas sencillas, de ronda, baile y de encuentro vecinal en torno a viandas populares. Uno de estos agasajos es, precisamente, la torta de sardinas. Posiblemente no sean las mejores del mundo, pero sí las que mejor me sientan. Es una torta de conversación y vecindad. De trago largo y encuentro. De sonrisa y afabilidad mientras la vida nos pone al corriente. ¡Qué buena está! ¡Qué buen invento! Sabe a poco aunque es suficiente para así volverla a coger con ganas al año siguiente.

He intentado sin conseguirlo averiguar el origen de tan humilde alimento. Lo más aproximado, una vez más, tiene que ver con el aprovechamiento de los recursos en época de carestía. Eso sí, me he quedado fascinado,  mientras buscaba su origen, por la variedad de tortas de sardinas existentes en función de la masa empleada o de la zona geográfica donde se elabore. Todo un mundo que dejaré pasar hasta el año que viene, en torno al día de San José.






viernes, 25 de marzo de 2016

00264 Hacer Provisión de Imágenes

POR SI ALGÚN DÍA FALTAN



Nunca sabes cuando las vas a poder necesitar. Igual mañana a la vuelta de un descuido. O quizás luego cuando el bostezo sea un previo aviso. Puede que nunca y que sólo sean un número en un archivo sin nombre y con fecha.

Me gusta hacer provisión de imágenes para un por si acaso, para inventar una historia o perderme de nuevo en algún momento entre el agua, el cielo, la rama o la aldea. Recordar un instante de luz, de paz queda, de camino ligero y sin defecto. Recrear una secuencia lejana y desprovista ahora de olores. Rendirme ante su sutileza en un intento por regresarme de nuevo.

No molestan. Nada piden, ni siquiera una atención por cortesía. Son como sorpresas guardadas en cajas olvidadas que te devuelven a un tiempo sin palabras. Sólo emociones y cosquilleos de nostalgias ante una curiosa mirada.

Son como los abrazos, las caricias, los besos y las palabras de aliento que guareces por si algún día te faltan.




miércoles, 23 de marzo de 2016

00263 Los Dobladillos de la Abuela Genoveva

IDEALIZADOS


Es curioso comprobar cómo el paso del tiempo desvirtúa las cosas. Lo que ayer parecía enorme y fantástico, hoy es manejable y cotidiano. Las formas difusas se presentan más cercanas. Los obstáculos insalvables, apenas un salto esquivo en un charco. Algunos recuerdos, olores y sabores pasan a convertirse en un personal universo idealizado que un día se quedaron atrapados en una mente infantil ajena a los artificios del devenir. El transcurrir de los años minimiza y agranda, olvida y perdona, borra y escribe, silencia, apacigua y amortigua.  Es curioso constatar también cómo a pesar del paso del tiempo,  se guardan algunas querencias para traernos momentos de incontestable bienestar y felicidad.

Hoy tocaba continuar con la inacabable labor de archivar fotografías. Archivar y recrearme con las imágenes e instantes recogidos en los últimos meses. Tenía para elegir un buen número de situaciones entre excursiones, comidas, aniversarios, paseos, detalles y encuentros. He empezado,  y allí me he quedado, con un archivo creado el pasado mes de diciembre y que en su momento titulé, "Montesusín 2015". Se trata de un encuentro familiar con la rama materna de los Trullenque. Por segundo año consecutivo, llegado el último mes del año, "asaltamos" la casa de mis tíos Antonio y Blanca para elaborar dobladillos como los que hacía nuestra abuela Genoveva.

Bajo la dirección de mi prima María Astón, que es quien sabe del asunto, todos cuantos  nos damos cita en este día, nos implicamos en la labor. Unos con las manos en la masa, otros ocupándose del relleno, mi primo Javier preparando unas cabezas asadas con patatas que comeremos junto al hogar de mi primo Toño cuando acabemos con la faena. Otros aportando sus recuerdos y trayéndonos sus vivencias negadas al olvido. Y entre masas, pasas, piñones, nueces, azúcar y mieles, transcurre la mañana.

Mientras los dobladillos, bien doblados y alineados, toman color en el horno, los reunidos nos sentamos en torno a una larga mesa, como las que a mí me gustan. Ensalada, cabezas, asado de cordero y el calor de un hogar que crepita de entusiasmo. Es el momento de mirar las caras y descubrir en los rostros un abanico de sensaciones que caminan todas en la misma dirección; en la inequívoca dirección del grato encuentro, del cariño expresado, de un instante perfecto para ser recordado. Y veo a mi tía Blanca y se me aparecen con ella mi madre y mi abuela. Los mismos ojos, la misma boca, la misma tez de suave porcelana apaciguada y en calma.

Me comenta mi hermana Gemma que los dobladillos han salido buenísimos, María Astón trabaja muy bien, pero que los de la abuela Genoveva, los que hacía en el horno de la panadería de Alcalá de Gurrea,  los recuerda de otra manera. Me sonrío con el recuerdo porque a mí me pasa algo parecido. Supongo que será porque el paso del tiempo idealiza las cosas. También los dobladillos de la abuela.






martes, 22 de marzo de 2016

00262 Vencer al Desaliento

HOY NO ES TU DÍA




Hace días que le veo venir. Creo conocerme y a él también le conozco. Amenaza con acompañarme en mis amaneceres, en mi primer café, cuando me pongo a escribir, en ese improvisado encuentro callejero, cuando me afeito, echando un vistazo al facebook, cuando me da por pensar, en la terraza mientras miro mis pensamientos... y sobre todo, cuando le digo adiós a la noche. Allí está él, llamando a mi puerta. No puedo ni debo dejarle entrar. Nunca es buen momento y este es el peor para que se acomode entre mis cosas.

Hoy casi lo consigue. Me encontraba juntando letras. Hoy, más que en los últimos días, me costaba juntar letras. No encontraba tema, tampoco fotos y la cocina, mi lugar de todo en los últimos meses, me parecía una pesadilla. Un por qué, dos o tres para qués, media docena de dudas, un gris intenso sobre un débil horizonte y un tremendo dolor de espalda, todos juntos y en unión, casi se ponen de acuerdo para abrirle las puertas. Pero no, he estado atento. Cuando parecía que iba a traspasar el umbral, me he puesto el delantal de la improvisación y de las probatinas y le he dado con la puerta en las narices.

Estaba claro que el antídoto contra el desaliento estaba en la acción y qué mejor lugar que la cocina para poner en marcha todas las neuronas y músculos del cuerpo,  sobre todo cuando estás torpe y todo se te cae al suelo.

Como digo,  la cosa hoy ha ido de probatina. Y al decir de mis niñas, el resultado ha sido ¡buenísimo! No sé si la receta alguien la habrá escrito ya o escenografiado. No tengo ni idea. Para mí ha sido todo nuevo y a base de improvisación. He comenzado por pelar unas patatas y tras cortarlas no muy gruesas, la he colocado sobre una fuente para hacer una flor. Esto ya me ha animado mucho y me he venido arriba.. Con un pincel las he pintado con yema de huevo y las he metido al horno a 180º por espacio de 25 minutos. Las he sacado del horno y sobre las patatas he colocado unas rodajas de sobrasada. A la yema que me ha sobrado de pintar las patatas he añadido un huevo, lo he batido y vertido sobre la sobrasada y las patatas. He espolvoreado por encima queso de gratinar y lo he vuelto a meter al horno hasta que ha cuajado el huevo. Después he esperado de forma paciente el veredicto.

A las niñas les ha gustado la probatina, sobre todo a Jara. Para mi gusto igual le sobraba el segundo huevo y es suficiente con el sobrante de pintar las patatas. O sólo un huevo sin el sobrante. Lo repetiré de nuevo para mejorarlo.

El caso es que el momento crítico, entre pelar patatas, cómo lo hago, las fotos que he ido haciendo y la curiosidad de qué dirían las niñas, ha vuelto a ser superado. Desaliento, inténtalo en otra ocasión. Hoy no ha sido tu día.










lunes, 21 de marzo de 2016

00261 Complacer

UNA ACTITUD



Hace algunos días Jara me insinuó que hiciera una lasaña. Se me olvidó por completo. Ayer me lo volvió a recordar. De hoy no pasa. Me gusta complacer a la gente y sin duda alguna, a mis hijas. Creo que va en el gen de la paternidad. Algo me dice que la historia se repite.

Esto me hace recordar una conversación que hace unos años mantuve con una amiga psicóloga. No corrían buenos tiempos para mí. Algo que no viene ahora al caso me había sucedido. Tenía que ver con las relaciones humanas, siempre complejas y a menudo, difíciles de gestionar bien. De la larga conversación sacaré tan sólo un titular: "No es bueno ser tan complaciente. Se sufre mucho". Cuántas veces he recordado esa conversación y mi respuesta a tal observación: "Soy así y creo que es un poco tarde para ser de otra manera". A lo que mi amiga, en un tono muy profesional, me respondió: "Prepárate para sufrir".

El tiempo le ha dado la razón a mi querida amiga. Aunque también es cierto que hay armas en el hecho de ser complaciente que ayudan a no sufrir. Por ejemplo, no esperar nada a cambio.

Complacer es una actitud ante la vida. Así siempre lo he entendido. Me gusta complacer si eso ayuda a conformar la felicidad de los que me rodean. Para mí casi es una necesidad,  en ocasiones no siempre bien entendida. Puede que sea una derivada de mi eterna búsqueda de afectos.

Hoy he hecho una simple lasaña tan sólo por complacer. Hoy no explicaré cómo la hago. No tiene secreto alguno. Láminas de pasta sobre las que coloco un preparado de carne picada y tomate para finalizar con un generoso baño de bechamel, queso rallado y al horno.

El resultado se lo he enviado por was a Jara para que supiera lo que le esperaba en casa para comer. Es una costumbre que he tomado en las últimas semanas. La cara de alegría que me ha regalado al cruzar la puerta de la cocina ha superado con creces cualquier expectativa. Ver cómo se la comía me ha ratificado en lo hermoso,  sencillo y gratificante que es complacer sin esperar nada a cambio, aunque en esta ocasión jugara con ventaja. Sabía que unos ojos se iluminarían sobre una sonrisa de satisfacción que han complacido al complaciente.


domingo, 20 de marzo de 2016

00260 Soñar

NECESIDAD DESMEDIDA


Más que gustarme es una necesidad. No soy un soñador. Hace tiempo que me quité, pero necesito soñar. Es la forma de sobrevivir. La manera de regalarme pequeños soplos de vida cuando respirar se convierte en un pesado oficio. 
Sé que sólo son sueños y que cuanto acontezca en ellos, allí se quedarán presos en una ilusión, en un mundo de fronteras sin escapatoria alguna. Sueños con forma de deseo que se desvanecen con una llamada, con un qué piensas, con un te espero. Sueños sin punto y final porque sólo saben de punto y seguido aunque sea mañana o en una próxima oportunidad.

Soñar por entretenimiento, por afición, por deseo expreso de un ánimo apesadumbrado. Soñar que soy ave y barro en una puesta de sol que no acaba de acostarse. Una huella con historia, un adiós de bienvenida,  un beso que no llega, una caricia somnolienta, una palabra de aliento, una rama por vestir y un corazón entregado a todo y para nada. Soñar y soñar en tiempos de hastío aunque estén prescritos. 

Qué es soñar sino la cordura manifiesta en un mundo enloquecido. Por eso sueño y me entrego a la ilusión desmedida. Sueño con ese quizás y ese mañana en  espera. Sueño con poder soñar y por soñar, sueño que todo es un sueño cumplido en cada despertar.




sábado, 19 de marzo de 2016

00259 La Cercanía

TODO LO HERMANA


Dicen que corren malos tiempos para la lírica. Me pregunto si en algún tiempo fueron buenos. No es la primera vez,  y me temo que no será la última,  que observo a mi alrededor mucho desasosiego, excesivo. Casi con toda seguridad seré yo quien lidere esta impresión que se ha convertido en una ofuscación mental.

Siempre me ha gustado todo lo que tiene que ver con lo próximo y cercano, y máxime cuando se trata de personas. Me resulta más creíble y certero. Adquiere una dimensión más real y consistente que permite conocer y evaluar mejor el estado de las cosas y por supuesto, de la gente. La hierba desde cerca es más verde, los ojos, de cerca, son más hermosos, el miedo más inquietante, la pasión más desbordante, el olor más penetrante.... todo lo cercano es siempre más en un sentido o en otro. Incluso puede ser decepcionante.

Lo cercano no admite confusión ni interpretaciones. No disimula ni mira hacia otro lado. Una mirada, un roce descuidado, un apretón de manos, un lo siento sentido, un abrazo en el que apoyarte, una sonrisa leída, un placer desbordante, un dolor compartido, un banco de un parque, una verdad esperada o una mentira desmentida, un paseo pausado, un mientras, una confesión, un deseo al oído, una curiosa necesidad de revivir, la belleza de un árbol, tu pena y mi alegría... sólo cobran sentido cuando estamos cercanos. En la distancia todo se diluye y enmascara. La cercanía todo lo acrecenta y hermana.




viernes, 18 de marzo de 2016

00258 El Arroz a la Cubana

RÁPIDO, SENCILLO



Me ha vuelto a pillar el tiempo. Tanta es la actividad con la que intento ocupar los días y las horas en mi nueva, ya casi vieja situación, que sin saber cómo, se me ha echado la hora de comer encima y no he preparado nada. Será cuestión de improvisar. La cocina se presta a ello y en nuestra gastronomía, más si cabe.

Operación intendencia para una comida rápida y sin complicaciones. En el frigorífico, huevos. En media hora llega el primero de los tres turnos de comida para cuatro almas que estamos en casa. También un brik que utilicé ayer para otro experimento. Para el tercer y último turno de comida, el de dieta, no me preocupa. Siempre hay un bote de verduras disponible. Huevos, tomate..... y arroz; un arroz a la cubana. Más sencillo y rápido no puede ser. Hervir el arroz y cuando oiga que Loreto entra por la puerta de casa, hago el huevo frito. En esta ocasión, el tomate tal cual del bote, no como lo hacía mi madre con tomate natural y cebolla. Prueba superada.

Mientras todo esto sucedía me he retrotraído a mis tiempos de internado. Rara era la semana que no teníamos en el menú semejante plato. Contra todo pronóstico no le cogí tirria. Conozco a gente que a raíz de esas  situaciones estropeó su paladar. No es mi caso. Tratándose de comer,  no hago ascos a nada. Tuve un buen maestro en mi cuñado Enrique, y como dice mi hermano Manolo, sale más a cuenta hacerme un traje que invitarme a comer.

Me he interesado por el origen de esta humilde elaboración pero, para variar, no hay unanimidad. Según algunas fuentes, es un plato típico de la cocina española que nació durante la época de la Cuba colonial.  Otras consideran que es netamente español, originario de las islas Canarias, que incorpora a sus ingredientes el plátano frito. De cualquier manera, se trata de un plato isleño.






jueves, 17 de marzo de 2016

00257 Los Pensamientos

MI  FLOR DE INVIERNO


De cuantas plantas he tenido con floración en otoño e invierno, alhelís, prímulas, caléndulas o margaritas, los pensamientos o violas tricolor, son las que siempre más me han atraído por su intenso color, adaptación, duración y escasos cuidados, a pesar de que le he echado horas a la jardinería. Puede que también por su popular nombre, pensamiento. Nunca he tenido curiosidad por saber por qué tan sugerente apelativo.

He estado curioseando por la red pero no he encontrado mucha información. Lo más aproximado es que en algunos países el pensamiento es conocido como "nomeolvides". Se dice que cada color de esta hermosa flor tiene un mensaje diferente con los amantes y que tienen atribuciones mágicas. Así, la flor violeta representa a la modestia, la blanca simboliza al candor, tres colores juntos llaman al recuerdo y las anaranjadas rememoran los primeros encuentros amorosos. En la cristiandad se la vincula con la Santísima Trinidad. También he podido leer una leyenda del medioevo en la que se  aseguraba que si ésta flor era colocada sobre alguna persona que estaba dormida, la flor hacía que cuando esa persona despertaba, ésta se enamoraba de la primera persona que veía. Y hasta aquí puedo contar.

Leyendas y curiosidades aparte, se me antoja una planta con pinta de despistada, amable y humilde. Una buena receta para caminar por esta vida. Muy ornamental y agradecida a la variedad de combinaciones que puedan surgir ya sea en jardines como en terrazas y balcones.

Los pétalos de sus flores aterciopeladas me producen cierta placidez y candor. Y si corre una ligera brisa, parece que hablan, como si quisieran transmitirme ese pensamiento que no he llegado a averiguar todavía de dónde viene. Como yo, necesitan mucha luz. Por contra, se sienten cómodos en invierno. Lo soportan bien. No es mi caso.

Recientemente han llegado nueve pensamientos a casa para acompañarme en mi rutina diaria. Y si realmente piensan, pienso que estarán hartos de mí de tantos mirarlos, de tanto admirarlos.









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