lunes, 10 de octubre de 2016

00373 Cuando el Mar Pinta la Arena

NO HAY TREGUA EN EL MIRAR


No hace más que cumplir órdenes. Llegar al fin y verter suave y delicadamente sobre la arena húmeda cubos de impreciso color. Como impreciso es su pigmento y el tiempo que mi mirada rastrea las largas y seguras pinceladas de curiosa abstracción. 


Resulta fácil y agradable desafiar a la imaginación, interpretar cada trazo de agua marina, buscar acomodo en algún punto de las improvisadas intersecciones y ser parte de ese lienzo pasajero que nunca podrá ser enmarcado.


No consigo escapar de su atractiva disposición, como tampoco vacilo en confesarle mi asombro ante la naturalidad de su artificio sereno y grácil. No seré yo quien juzgue la obra. Me faltan argumentos y me sobran razones. Que juzguen otros, los que de ello hacen costumbre y vida. 

Acompaño cada pincelada desde la trinchera de mis emociones sin ánimo de huir para concentrarme en la obra siempre inacabada, en el capricho sin tregua que desafía a la belleza irrenunciable. No hay descanso en el mirar, de todos modos, no se pierde nada con mirar. Soy sólo un espectador dispuesto a rendirme a cualquier sugerencia sin sospechar que cada surco es un deshago.









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