sábado, 6 de agosto de 2016

00345 Las Patatas Fritas

TAMBIÉN DE MI ABUELA GENOVEVA


Ni me acuerdo ya del tiempo que hice las últimas patatas fritas. ¡Y con lo que me gustan! Tendré que repetir de nuevo el sujeto y predicado que más creo se escribe en este blog, "estamos a dieta". Hoy no sé por qué, pero se me han antojado unas patatas fritas, imitación a las que hacía mi querida abuela Genoveva.

Digo lo de imitación porque nunca conseguiré igualarlas. Recuerdo en una ocasión que le dije a mi madre que hiciera patatas fritas pero como las que hacía la abuela. Y sí, hizo patatas que estaban buenas,  pero nada que ver a como las que hacía su madre. Pasado el tiempo volví a la carga. Mi madre repitió la acción, pero tampoco consiguió el resultado apetecido por mí. La petición se repitió en varias ocasiones hasta que mi madre se rindió y me dijo aquello de "que te las haga tu abuela". Y efectivamente, en la primera visita a Alcalá de Gurrea le pedí a mi abuela que me hiciera patatas fritas de las suyas, de esas que tanto añoraba.

Mis ojos infantiles estuvieron muy atentos a su elaboración e incluso le pregunté si tenía algún truco "inconfesable". La abuela, desde su humildad y ternura, me hizo ver que no hacía nada especial. Ponía la sartén al fuego con abundante aceite, pelaba y cortaba las patas y las dejaba que se frieran. Así de sencillo. Y así de buenas y apetitosas volvieron a salir.

Algún tiempo después le pedí de nuevo a mi madre que me hiciera las patatas fritas de la abuela, indicándole cómo se las había visto cocinar. De nuevo el fiasco. Ni por aproximación. Así se lo hice observar a mi madre a quien no le hizo mucha gracia tal apreciación.

Con el tiempo descubrí varias cuestiones en torno a tan,  para mí,  singulares patatas fritas. En primer lugar estaban hechas por mi abuela en su particular cocina envuelta en un olor especial, muy, muy especial. Además, sabían a fiesta, cariño y encuentro. Importante, la materia prima era excepcional; patatas de casa y aceite de oliva también de casa. En cuanto al modo de hacer, que es como yo las hago siempre en recuerdo de mi abuela Genoveva y siguiendo las pautas de cómo se las veía preparar, las patatas no hay que cortarlas muy gruesas, más bien todo lo contrario. Y fundamental,  hay que ponerlas a freír en abundante aceite pero en frío y a fuego medio. Cuando se empiezan a cocer, es necesario subir el fuego para que se acaben de freír. Así las hago, así me gustan, y siempre bajo el atento recuerdo de mi abuela Genoveva y de la exaltación de los sabores de la infancia.






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