domingo, 26 de junio de 2016

00319 Las Petunias

LA FLOR DEL SOL Y DE LA LUZ


Poco a poco me he ido despidiendo de los pensamientos que tan buenos momentos me han regalado. Sólo me quedan ya dos macetas con restos de flores amarillas y blancas. Supongo que no pasará de esta próxima semana que serán sólo, y será bastante, un agradable recuerdo.

El relevo florido en la terraza lo han tomado las petunias y una surfinia de color violeta, un híbrido de las primeras. Me gusta la forma acampanada de su flor y su limpio color. Pero si hay algo que me atrae más todavía es su olor, que llegada la noche se hace dulce e intenso. Un olor, como tantos otros, que me transportan a los balcones en verano de mi casa materna. A las noches estivales en los que el balcón se convertía en un improvisado patio, a veces incluso con silla de anea, donde tomar la fresca. Era entonces cuando las aromáticas flores inundaban el ambiente con un dulzor especial y  reconocido para el restos de los días.

A la petunia hay quien la denomina la flor del sol y de la luz. Me parece muy acertada la abstracción. No obstante, para mí es la flor del silencio y de la noche queda e intransitada. Así la he reconocido e identificado siempre. También ahora, aunque en este nuevo escenario la fragancia de las petunias compitan con otros aromas que trepan desde un verde parque y de floridos vecinos balcones. También los sonidos ahora son distintos, menos silenciosos,  menos quedos, visiblemente más transitados.

Del blanco al violeta pasando por el rojo y el rosa son los colores que ahora festejan mis mañanas al sol, los cafés vespertinos y mis miradas perdidas hacia una ciudad dormida. Dicen de las petunias que aportan "aplomo e inspiración para tomar decisiones". Yo sólo les puedo decir,  tras una alegre bienvenida,  que "os auguro trabajo".

















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