sábado, 25 de junio de 2016

00318 Escuchar Imágenes

MUDAS PALABRAS


No siempre puedo escucharlas. Muchas veces ni siquiera las oigo. Supongo que,  como en tantas otras cosas,  tiene que haber predisposición, un momento de apego, una íntima cercanía. Hoy debe de ser uno de esos días y tengo que aprovecharlo.

Ha sido sin yo querer. Revisando archivos fotográficos en busca de una nueva historia que contar y sumar así una cosa más a esas supuestas diez mil que me gustan. Varias sugerencias,  pero todas tienen algún dobladillo descosido por donde se pueden escapar sentimientos que no son aquí bien recibidos. A punto de desistir he abierto un archivo que lleva por simple título, "Blackberry". Ni me acordaba de su existencia. Veo que son imágenes capturadas con el teléfono de mi otra vida. Muestran  instantes felices y festivos que luego han resultado traer grandes falacias. Aquí no hay dobladillos descosidos sino grandes rotos difíciles ya de remendar. He querido irme de esos recuerdos olvidados pero ha sido más fuerte mi curiosidad que el propio deseo de abandono. No me arrepiento a pesar del atisbo de abatimiento. Al final, cuando parecía asomar el dolor, una imagen con un mar de fondo ha llamado mi atención. Después otra de un richuelo y también la de un almendro en flor. Ha sido entonces cuando he empezado a escuchar el sonido de las imágenes.

Cada una me hablado de su razón. Una, del silencio de una tarde en busca del perdón. De la quietud de las horas sin reloj y de una brisa esperanzada por llegar a un puerto donde descansar antes de que el farolero salpique de luces el lugar. Otra me cuenta amores que están todavía por llegar al amparo de una duna y como único testigo el mar. Otra más no dice nada, sólo se deja escuchar entre trinos, asombros y cabriolas de una eterna juventud. Y una más a la que apenas oigo su susurrar. Es estrecho el cauce y apenas baja caudal. No hay tiempo para más. Alguien viene por el camino. Escucho el crujir de su pisar.




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