martes, 24 de mayo de 2016

00293 La Iglesia de San Pedro de Lárrede

UN AGRADECIDO RECUERDO



Pasaba muy cerca y no me he podido resistir. Apenas han sido diez minutos. El tiempo necesario para capturar dos docenas de imágenes que añadiré a otras que guardo y que  me hablan de momentos tejidos a base de  ilusión.  Apenas unos minutos para recrearme de nuevo con la singular y enigmática belleza de un templo rescatado del olvido y que hoy muestra todo su esplendor en un espacio escasamente transitado. No sé por qué, pero hoy lo he visto más cercano y atractivo que nunca. Será por el reencuentro o porque hoy he querido verlo así.


Me he sentado a fumar un cigarrillo frente a lo más parecido a una postal. ¡Qué pocas postales se escriben ya! El wasap les ha arrebatado su razón de ser.  La primera bocanada me ha llevado a los inicios de lo que fue mi profesión. Inicios de una juventud ilusionada y  desde el convencimiento de que estaba todo por hacer y mucho que aprender. Era casi obsesión. Ver, conocer, observar, mirar, aprender, escribir, escuchar, transmitir, vivir... Fue uno de mis primeros reportajes en la década de los ochenta cuando para mí todo empezaba. Unos "locos ilusionados" estaban empeñados en recuperar unas señas de identidad en un territorio que albergaba un tesoro inédito; un conjunto de iglesias medievales que no habían sido objeto de atención al estar a desmano de las rutas turísticas al uso. Los diseminados templos se localizaban en el Serrablo altoaragonés, en un territorio arrasado demográficamente. La "Asociación Amigos de Serrablo" sería la mano benefactora encargada de devolver a la vida los restos del abandono y el olvido. Su presidente por aquel entonces, Julio Gavín.

Me citó en su casa en Sabiñánigo. Si la memoria no me engaña, últimamente hablo poco con ella, me recibió en una pequeña habitación muy personal rodeada de libros y con las paredes llenas de dibujos de su propia factura, una de sus grandes aficiones. Recuerdo a un hombre serio, afable y muy colaborador. Me facilitó todo tipo de información y me ayudó a sacar adelante un reportaje,  sobre el papel,  difícil de ejecutar dada mi notable y no disimulada inexperiencia. Me habló de un joven sacerdote, Jesús Auricenea, quien en la década de los años 50 comenzaría a realizar mejoras en algunos de los templos sabedor de su importancia artística. Sería unos años más tarde cuando un grupo de personas decidirían retomar el testigo para actuar sobre el estado ruinoso de varias iglesias y con el ánimo de Antonio Durán Gudiol, por aquel entonces, archivero de la catedral de Huesca y estudioso de estas iglesias que calificó como mozárabes.

Como todos los inicios, los de los "Amigos de Serrablo" tampoco fueron fáciles. La ilusión y el voluntariado suplían la falta de recursos económicos. No había fines de semana, vacaciones o unas horas libres de obligados quehaceres que los miembros de la asociación no invirtieran en devolver a las iglesias un aspecto saludable y esperanzador: Lárrede, Isún, Orós Bajo, Busa, Ordovés, Espierre...

No dispongo de más tiempo. Tan sólo me quedan unos segundos antes de coger el coche para recrearme en una rápida mirada llena de agradecimiento para todos aquellos que con su trabajo y tesón consiguieron recuperar del olvido tan singular legado.

Copio y pego de la página de "Amigos de Serrablo" la información referente a la Iglesia de San Pedro de Lárrede.

"Cuando uno llega a Lárrede, pequeño pueblo enclavado junto al Gállego a escasos siete kilómetros de Sabiñánigo, se queda prendado del lugar. El conjunto que conforman su iglesia, la abadía y casa Isábal, en torno a una plazoleta, nos permiten trasladarnos a la época medieval sin gran esfuerzo.
El topónimo “Lárrede” aparece documentado por primera vez en el año 920. En el siglo XV contaba con dieciocho vecinos. En la actualidad, sólo dos familias lo habitan todo el año, aunque los fines de semana y periodos vacacionales el pueblo, una docena de casas, recobra otra vez todo su pulso vital.
La iglesia de San Pedro de Lárrede es sin duda el ejemplar tipo de todo el conjunto monumental de las iglesias serrablesas. Entre 1933 y 1935 fue restaurada, tras su descubrimiento para el mundo del arte. Posteriormente, y en momentos puntuales, ha tenido otras obras de restauración a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (Dirección General de Arquitectura) y “Amigos de Serrablo”. Presenta planta de cruz latina, formada por una nave rectangular, dos brazos a manera de crucero y un ábside semicircular. La bóveda que contemplamos actualmente es de medio cañón con cinco arcos fajones, bóveda que se construyó en 1933 sustituyendo a la que había en ese momento que era la típica barroca con lunetos, similar a la que se conserva en la iglesia de Susín. En el siglo XVII debieron abrirse las dos capillas laterales que hacen de crucero, trastocando el aspecto original de una sola nave.
Exteriormente, en el muro occidental se abre una ventana ajimezada con dos arquitos de herradura, enmarcada por alfiz. En el meridional aparecen tres ventanas de arco semicircular, surmontado por arco ciego, también de medio punto, más una cuarta ventana parecida a la del muro occidental, pero con doble alfiz. La puerta de ingreso nos muestra arco de herradura enmarcado en alfiz.
El ábside responde al modelo habitual: friso de baquetones debajo del tejaroz, siete arcuaciones murales ciegas y en el centro una ventanita de arco de medio punto.
La torre-campanario le confiere a la iglesia personalidad propia, una imagen única irrepetible. Se cubre con tejado a cuatro aguas, que descansa sobre una bóveda esquifada, y en sus cuatro caras se disponen sendas ventanas ajimezadas de tres arquitos de herradura con columnas cilíndricas, dentro de alfiz.
El interior del templo se divide en cuatro tramos, señalados por seis pilares de doble columna, adosados a los muros. El arco de entrada al ábside es de arco de herradura rebajado, siendo su bóveda de horno.
La iglesia está desprovista de ornamentos y retablos debido a que sufrió los embates de la Guerra Civil.
Ni que decir tiene que este templo es el más visitado de todos en la comarca. Visitado y utilizado para muchas ceremonias religiosas por gentes de la zona y de lugares lejanos; incluso usado para diversos actos: conferencias, conciertos, etc.
Justo enfrente de la iglesia merece una visita Casa Isábal, casa infanzona del siglo XVII que conserva su estado original y que es una de las mejores muestras de la arquitectura popular serrablesa. En lo alto de un cerro próximo se sitúa un precioso torreón vigía conocido como la Torraza"

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