sábado, 7 de mayo de 2016

00280 El Arcoíris

ROJO, NARANJA, AMARILLO, VERDE, CIAN, AZUL Y VIOLETA


Me pregunto qué tendrá el arcoíris que de forma reiterada tanto atrae y asombra. Pequeño, grande, cercano, lejano, rotundo o apenas apercibido, nunca nos es ajena su presencia. Relaja, anima contagia, nos regala confianza, tranquiliza, invita a jugar y hasta soñar.

Más allá del color o de una ilusión. Inalcanzable y fugaz. Anuncia y revela. Cuentan que alguien, animado por alcanzar su final, desesperó por no conseguir llegar a su inicio. Nunca se me habría ocurrido. Hay visiones que es mejor no saber dónde empiezan e ignorar dónde acaban. No cuestionar para no desmerecer.

Un camino de tránsito para una mirada. Un puente de ojo ancho que une dos montes, dos prados, dos bosques y hasta dos nadas. Una luz de esperanza, "aún en las vidas más oscuras alguna vez sale el arcoíris"; de opinión y pareceres, "no todo en la vida es de un mismo color"; de enseñanza, "la felicidad, como el arcoíris, no se ve nunca sobre la casa propia, sino sólo sobre la ajena"; y de obligada transición, "para ver el arcoíris debemos pasar por la tormenta".

El último arcoíris que cacé, porque los arcoíris se cazan con disparos de incógnita y de ilusión, es de reciente e inesperada montería. Sin salir de casa y ante el asombro de mi pequeña Jara que fue quien primero avistó la pieza. Era enorme, cercano y de un intenso colorido. Su puente unía los extremos de la ciudad y por un instante me pareció que se metía en la terraza. Un ejemplar hermoso. Corrí en busca de la cámara fotográfica. Apenas tardé treinta segundos. Cuando lo cacé, ya no era el mismo. En apenas medio minuto se había debilitado, pero aún así la imagen era especialmente singular. Al contemplar detenidamente la pieza recién capturada, observé que se trataba no sólo de un ejemplar sino de dos. Era un doble arcoíris. Nunca había visto tal cosa. Me llamó tanto la atención que busqué información al respecto. Efectivamente, el arcoíris doble existe aunque es menos frecuente. Se trata de un segundo arco más tenue con los colores invertidos, es decir, el rojo hacia el interior y el violeta hacia el exterior. Fascinante.

La ciudad, entonces, se me antojó abrazada de color.














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