jueves, 5 de mayo de 2016

00278 Los Lirios Silvestres

SALUDAR A LOS LIRIOS CON LOS VERSOS DE MAYO


Se me acumulan las cosas que me gustan. Será la primavera quien me abastece tras mi letargo en todos los sentidos. En los últimos días he hecho buena provisión de imágenes que en algún momento plasmaré en este caleidoscopio vital y que vendrán de la mano de alguna historia o de sencillas emociones sin importancia. La materia prima está. Sólo falta la letra que no siempre se muestra dispuesta a ser ejercitada.

En esta ocasión son los lirios silvestres los que llaman mi atención. Fue sin querer. Mi intención era complacer a mis ojos con el hermoso espectáculo de  los cerezos en flor, pero un año más se adelantaron, no esperaron. La Naturaleza no aguarda, tiene medidos sus ritmos que son bastante más ordenados que los míos. A los pies de la búsqueda infructuosa se erguían casi de forma majestuosa, un buen número de ramilletes de modestos y hermosos lirios. Al borde del camino, en medio de un campo sin cultivo, entre unas piedras, al lado de una verja, junto a un olivo... Recordé que hace muchos años yo tuve lirios que alguien me trajo de alguna excursión. Los planté en unas enormes macetas que mi madre tenía apiladas en uno de los balcones que daban al Coso Bajo. Lo hice sin convicción alguna, por agradecer el regalo. Mi sorpresa fue ver cómo al año siguiente y siguientes, llegada la primavera, de entre las espigadas hojas de la planta brotaban flores de un intenso color azul que todo lo alegraban. Así sucedió hasta que desalojamos la casa tras el fallecimiento de mi madre.

Mientras esto recordaba, con sumo cuidado, ese día extraje de la tierra una mata de lirios sin flores que he plantado en una pequeña maceta en la terraza de casa. Esta vez con el convencimiento de que la próxima primavera, de entre las espigadas hojas, emergerán unas finas varas con final de color azul. Y sonreiré como hacía mi madre al contemplar su extraña belleza y participar de su delicado aroma.

Versos de la Sonatina de Rubén Darío


¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de Mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.







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