miércoles, 24 de junio de 2015

00062 La Noche de San Juan

NOCHE DE AGUA PURIFICADORA

Muy lejos me quedan aquellos años de cena y amigos en torno a una  hoguera, a la de San Juan, en la pequeña localidad de San Feliu de Saserra donde mi hermano Manolo ejercía de médico. Vagos recuerdos para una ajetreada noche de intensos preparativos.

Mis noches de San Juan contemporáneas son bien distintas. No son de fuego y hoguera ni de amigos y cenas.Son de agua y fuente, de reencuentros y a lo sumo, de alguna copa de cava con la que Antonio o Tito me obsequiarán.

Mi noche de San Juan en los últimos veinte años se localiza en el Santuario de Nuestra Señora de Cillas, a cuatro kilómetros de Huesca,  donde la noche de cada 23 de junio se celebra el nacimiento de San Juan Bautista. Tras la eucaristía y en procesión, se bendicen las aguas del manantial próximo para que las gentes que hasta aquí acudimos, las bebamos, hagamos acopio de ellas en botellas y garrafas e incluso, nos duchemos en el más literal sentido del verbo.


Es curioso comprobar como,  según van pasando los años adquieres más miedos y temores. Recuerdo que la primera vez que asistí a este lugar, además de beber agua y hacer gárgaras, con perdón, me refrescaba la cabeza con el agua bendita que caía por el caño. Nada más, garganta y cabeza. Por aquel entonces, dos de mis debilidades. De esas primeras "sanjuanadas" me llamó  la atención un señor mayor que sin ningún tipo de pudor se quedaba en ropa interior, se subía al "abrevadero" y se mojaba todo él. Fueron varios años que coincidimos en esta operación. El caso es que con el paso de los años, además de  mi cabeza y garganta han pasado también a purificarse con el agua, los ojos, los oídos, el pecho, el vientre, las rodillas, etc... Vamos, que me veo de aquí a no mucho tardar como al anónimo personaje mencionado.

Ayer acudí con Gloria para poner un punto y seguido con la tradición. Fue un calco a todas las anteriores. No es una noche mágica ni misteriosa. Es una noche de tomar la fresca en un entrañable lugar. Conversar con viejos conocidos y comprobar, felizmente, que todo va bien. Es una noche especial, muy especial. Sencilla,  fugaz y austera, como nuestros días.

viernes, 19 de junio de 2015

00061 Callejear

SIN OBJETIVO CONCRETO

En una gran ciudad. En un pequeño pueblo de interior, de montaña o de costa. El caso es callejear. Caminar sin destino, sin objetivo concreto. Que sea la curiosidad quien te preste su Rosa de los Vientos.

Una fachada, una celosía, un patio andaluz, un llamador antiguo, un arco que quiere triunfar, una luz apagada. El adoquín que se clava, una antigua calzada romana, una mirada al forastero. Y los pasos, cortesmente, se dan uno a otro permiso. Callejear se hace necesario. Intuir cómo viven, cómo pervivieron. Fantasear con rostros ajenos mientras notas que alguien te mira, no tras unos visillos, no, sino desde un balcón, de forma descarada.



En el callejear no hay preguntas salvo cuando hay que satisfacer una curiosidad. Y si tienes suerte, sumas al pobre bagaje una lección más. Siempre queda atrás algo desapercibido, sobre todo arriba, sobre tu cabeza. ¡Es una pena! No hay cultura de mirar hacia el cielo, solo al asfalto o la piedra. Al cielo solo para rezar.

¡Qué distinto y placentero es el callejeo! ¡Cuánta armonía y desorden! ¡Cuánta belleza y también triste miseria!

Cada calle tiene un olor. Olor a ropa vieja, a "pescaíto" frito, a marroquinería, a nata y helado de vainilla. Huele a humedad, a perrito caliente, a gamba salada, a carne a la brasa o incluso a desapercibido.

Callejear es simplemente una emoción sensitiva.






jueves, 18 de junio de 2015

00060 El Jamón

DE CUALQUIER MANERA

Alimento de socorrida despensa, el jamón es una de las viandas más amables y agradecidas que conozco. En mi entorno más próximo, estoy pensando que no sé si hay alguien a quien no le guste tan preciado sustento.

Según leo, durante mucho tiempo, el comer carne de cerdo era símbolo de nobleza y señorío, y todo lo que estaba en relación con su sacrificio y elaboración era signo de distinción. La elaboración y producción de de jamones se produjo en Roma durante siglos. En numerosas publicaciones se puede ver que por aquel entonces se seguían más o menos las mismas fases de curación que se realizan hoy en día. Como dato curioso se señala que en la antigua Tarraco, Tarragona, se producían jamones, y que en Conesa , municipio que se localiza en la comarca catalana de la Cuenca del Barberá se encontró un jamón fosilizado, que tenía unos dos mil años de antigüedad.

Husmear en la historia del jamón me ha llevado a recordar mis primeros encuentros con tan noble alimento que "regala" un no menos noble animal: el cerdo. Y como suele ocurrir con tantas otras cosas, es obligatorio recurrir a los cajones del recuerdo de mi infancia. Y como en tantas otras ocasiones, la casa de mis abuelos maternos, en Alcalá de Gurrea, se convierte en nostálgico epicentro. En esos instantes, el jamón sabe y huele a fiesta, a bodega y humedad, a gusto inenarrable, a penumbra donde todavía hoy veo la silueta de  mi abuela Genoveva  con el cuchillo de cortar jamón y tras desposeer a la colgada pieza de un trapo blanco cortaba y jalonaba la roja carne. Todavía puedo oír la voz de mi abuela diciéndole a mis tíos Julián o Segundo, "anda baja a la bodega y córtales unas "chullas" de jamón a los críos". Allí, sólo allí empieza mi relación con tan ilustre manjar.



El jamón es recurrente e improvisado compañero de desayunos, meriendas y cenas. Sólo o acompañado de queso y vino. Entra sin querer. Todo es ponerse. Marida con el amigo, con el desconocido, con la fatiga y hasta con un simple bocadillo. Invitado de excepción en guisos, pastas, croquetas, ensaladas y verduras... Y cuando llega a su fin, generoso su hueso para otro yantar, para otro festín. Enfín, qué más decir.




miércoles, 17 de junio de 2015

00059 Los Fritos de Pastelería Soler






EL YIN YANG


El principio y el fin. Una bienvenida y un adiós. Un deseo de suerte y un hasta siempre. La apuesta por un grato recuerdo, de un dulce recuerdo.

Sabor de ayer, de hoy y por supuesto, también de un mañana. Porque también mañana habrá saludos y despedidas, puertas que se abrirán a la esperanza y alguien con quien compartirla. Las puertas que se cierren será porque nadie habita tras ellas.
Dulce de fiesta, de dádiva y presente para huésped. Admiración y agradecimiento. En el obrador se obra y trabaja sin descanso, sin tregua, sin saber el destino de su quehacer. La historia y el cuento están por escribir. Cada uno la suya. 

El frito, "la breva", sabe a antiguo, a último recado del pueblo. No sé ahora. Todo cambia. Sí antes, cuando acompañaba a mi abuela a comprar media docena de ellos antes de coger el autobús camino de Alcalá de Gurrea. Otra vez la despedida, pero siempre provista de un reencuentro. 

Sencillo, humilde, noble, pero siempre atento al disfrute.

Llegué con ellos en número de doce. Me voy con ellos contando once, no había más. No fui previsor. Pero estuvieron, una vez más, en el hola y en el adiós.

martes, 16 de junio de 2015

00058 La Cocina a Fuego Lento

CHUP, CHUP, CHUP...

Esta es la cocina que me gusta. La que huele a otras estancias y fogones y que recuperas de edades casi olvidadas. La aprendida de memoria y olfato cuando todavía había tiempo de memorizar y olfatear. La cocina con sabor a madre y a abuela vestidas con delantal y provecho. Y el puchero, y el caldero, y las cacerolas, la grande y la pequeña, según los comensales. Utensilios de cocina que eran, todavía son, uno más de la familia.

Me gusta la cocina al ralenti, con la que puedes hablar y a la que casi puedes escuchar. La que adquiere vida y movimiento conforme pasan los minutos y hasta las horas. La cocina que habla de hogar y de esperanzada espera.  Esa que por más que insistas y empeñes, nunca sabe igual. Porque aún siguiendo idéntico manual, algo suma o algo resta. Ni mejor ni peor, distinto. También aquí radica su grandeza.

Es la cocina de la cuchara por bandera, de larga mesa, de encuentro y reunión. Cocina generosa, nada ingrata a pesar de su tardanza. Cocina de mil pensamientos mientras se baña la carne, la legumbre, las verduras o todas juntas. Es una llamada a la fiesta de los paladares con sabor a misa de doce.

Mejor de un día para otro, y si algo queda, que lo dudo mucho, guardará la esencia de esa cocina tantas veces mirada, una y otra vez probada, y tantas veces motivada.

Complacer es su gran virtud.




lunes, 15 de junio de 2015

00057 Divisar Entre Árboles

FORMAS, FIGURAS Y ENTRETENIMIENTO


No siempre las piernas están dispuestas a caminar. En ocasiones, tampoco el ánimo. Es entonces cuando engañas a unas y otro para adentrarles, sin darles demasiadas pistas y como restando importancia, en parajes desconocidos con la única intención de jugar, de entretener el tiempo vacío.

El destino, cualquier paraje arbolado. No importa qué especie lo habite o su número de moradores. El único requisito, que los árboles y sus hojas dejen pasar la luz y permitan vislumbrar algún horizonte. Es suficiente.

Caminar despistado, lento y hasta inseguro. Mirada ausente, suelta, y cervicales perfectamente engrasadas. El espectáculo sensitivo y visual está preparado.

Confusión de líneas por cerrar. Algo parecido a un corazón, o quizás a una manzana. Un avión que viene o se va. Una esbelta figura de mujer, o ¿será de niña?. Un organizado desorden. Una maleta preparada para viajar. Un peine que busca cabellera qué peinar. Y entre tanto, nada. No parece nada. Es lo que es, un espacio entre dos ramas, el respiro entre árboles. Es lo que es, un sugerente paisaje deseoso de dejarse inmortalizar.

El tiempo pasa como era de esperar. El tiempo ha pasado sin enterar.




viernes, 12 de junio de 2015

00056 Los Días de Bruma

AMABLE INCOHERENCIA 

No sé si lo he dicho ya, pero soy más de luz y de sol que de oscuridades y días grises. Y aunque intento ser coherente con mis pensamientos y actos, no siempre lo consigo. La perfección no se ha fijado en mí, y  de vez en cuando, y hasta en los gustos, aparece algún que otro chirrido. Ejemplo, el caso que nos ocupa en esta entrada de blog.

¿Cómo gustándome los días de canícula pueden atraerme brumosos paisajes? Me lo he preguntado en más de alguna ocasión. Como dice una amiga, "entre tanto bocadillo de jamón, uno de chorizo pamplonica sienta fenomenal". Algo así debe ser.

El caso es que efectivamente, los días de bruma me atraen. Será por lo que tienen de enigmáticos, de solitario paisaje, de apagado silencio. Será porque la holgazana imaginación se pone a trabajar; no le queda más remedio. O por el especial olor del ambiente que lo invade todo.

En ocasiones, los días brumosos son un respiro, un alivio, un cambio de decorado para otra interpretación improvisada. Pocas huellas que contar y mucho que adivinar. El indefinido horizonte lucha su protagonismo entre formas desdibujadas. El pensamiento no encuentra fácil acomodo y el caminar se vuelve más delicado, más pausado, algo más meditado.

En un día cualquiera de bruma, nada parece estar,  pero todo se siente.





jueves, 11 de junio de 2015

00055 El Olivo

PAZ Y FERTILIDAD


Me gustan los árboles en general. Me resultan muy plásticos a la vista y despiertan mis emociones si están dormidas. Me siento muy cómodo en su contemplación. Poco a poco los iré trayendo a este "cuaderno vital".

Y como por alguno hay que empezar, lo haré con el olivo. También es cierto que es del que más imágenes he capturado en paseos y excursiones. Me resulta muy atractiva su fisonomía. Su tronco, sus raíces centenarias al descubiero son muy sugerentes, al igual que su historia.

El olivo es un árbol muy arraigado a la cultura mediterránea y aunque resulta, según he podido leer, muy difícil precisar la zona exacta donde se cultivó por vez primera, las investigaciones parecen sugerir que sus orígenes habría que buscarlos 4000 años AC en la antigua Mesopotamia. En monumentos egipcios es notoria su presencia y en la cultura judía está muy presente tanto el árbol como sus hojas, frutos y "néctar". La Antigua Atenas estuvo decorada con jardines donde el olivo fue la planta fundamental del ornamento; nadie podía cortarlos o herirlos sin sufrir sin sufrir la pena del destierro.

Fuente de inspiración de poetas, el olivo y los olivares son un espectáculo en sí. De los muchos poemas sobre el olivo, dejo aquí,
 para el recuerdo y deleite,  uno de Antonio Machado, cuasi aprendido en un aula cualquiera de mi infancia.

¡Viejos olivos sedientos 
bajo el claro sol del día, 
olivares polvorientos 
del campo de Andalucía! 
¡El campo andaluz, peinado 
por el sol canicular, 
de loma en loma rayado 
de olivar y de olivar! 
Son las tierras 
soleadas, 
anchas lomas, lueñes sierras 
de olivares recamadas. 
Mil senderos. Con sus machos, 
abrumados de capachos, 
van gañanes y arrieros. 
¡De la venta del camino 
a la puerta, soplan vino 
trabucaires bandoleros! 
¡Olivares y olivares 
de loma en loma prendidos 
cual bordados alamares! 
¡Olivares coloridos 
de una tarde anaranjada; 
olivares rebruñidos 
bajo la luna argentada! 
¡Olivares centellados 
en las tardes cenicientas, 
bajo los cielos preñados 
de tormentas!... 
Olivares, Dios os dé 
los eneros 
de aguaceros, 
los agostos de agua al pie, 
los vientos primaverales, 
vuestras flores racimadas; 
y las lluvias otoñales 
vuestras olivas moradas. 
Olivar, por cien caminos, 
tus olivitas irán 
caminando a cien molinos. 
Ya darán 
trabajo en las alquerías 
a gañanes y braceros, 
¡oh buenas frentes sombrías 
bajo los anchos sombreros!... 
¡Olivar y olivareros, 
bosque y raza, 
campo y plaza 
de los fieles al terruño 
y al arado y al molino, 
de los que muestran el puño 
al destino, 
los benditos labradores, 
los bandidos caballeros, 
los señores 
devotos y matuteros!... 
¡Ciudades y caseríos 
en la margen de los ríos, 
en los pliegues de la sierra!... 
¡Venga Dios a los hogares 
y a las almas de esta tierra 
de olivares y olivares!