sábado, 28 de febrero de 2015

00017 El Atardecer

CAE LA TARDE


No es visual, es más bien sensitivo. Tampoco es hermoso. No necesita serlo. A caballo entre el día y la noche, entre la luz y la oscuridad, el atardecer pasa de puntillas,  casi desapercibido. Es un quiero y no puedo, un estar en la antesala de la llamada.

La quietud de la jornada antes de que despierten las voces. Es sereno, apacible, manso y dialogante. Confusión de luces. Y a lo lejos un tímido aullido rasga su secreto. 

El horizonte le confunde. Tiene que pedirle permiso para ser. Al final se lo dará. No tendrá que rogárselo. Se lo dará. Así está escrito y aprendido.

Los minutos pasan rápido; tienen prisa por llegar. Despacio, más despacio, que no me dejáis disfrutar.

Todo se recoge ya: las olas, el viento, la arena, el bostezo y el hambre.


Mañana volveré a visitarte. Te esperaré para imprimir nuevos matices. 

Alguien me llama.










viernes, 27 de febrero de 2015

00016 La Radio

MI PASIÓN, MI VIDA

Desde las cuatro de la tarde, y son ya las nueve de la noche, estoy intentando escribir alguna línea sobre un hecho, situación, de una ya anécdota, acaecida en esa precisa hora, hace justamente ahora un año. El 27 de febrero, un jueves lardero, por más señas,  la crisis, los recortes empresariales o un capricho, que más da ya,  truncaban  mi vida profesional desarrollada a lo largo de casi treinta años. Se cerraba así un capítulo, un hermoso capítulo de casi tres décadas dedicadas en cuerpo y alma a la radio. Me gusta decir más radio que radiodifusión.

Los días siguientes, conocida  y extendida la noticia de mi despido improcedente, fueron muy intensos, muy de piel, muchas llamadas y encuentros de apoyo, cariño y de recíproco agradecimiento. Como vulgarmente se dice, "me encontraba como en una nube". De todas ellas, hubo una en especial que me hizo mucho que pensar. A la respuesta de mi interlocutora sobre mi estado anímico, le contesté que bien, a pesar del batacazo que había significado. Pero, de verdad,  me sentía bien. Y eso le sorprendió.

Me sentía bien porque durante casi treinta años había trabajado en algo que me gustaba y eso que cuando comencé mi periplo laboral repetí hasta la saciedad que "yo en la radio ni loco". Me sentía dichoso porque si bien a la radio se lo había dado todo, ella me lo pagó con creces al formarme como persona, al ayudarme a ser lo que soy, a vivir experiencias inolvidables, a conocer lo que somos y cómo somos, a emocionarme con la gente, también a padecer con ella. Me quitó muchas horas de sueño, pero también me regaló otras de ensueño. Con ella aprendí a saber gestionar los apuros, a buscar las palabras precisas, a saber escuchar y estudiar los silencios. Ella ha sido la que en algún desánimo me ha ayudado a levantarme, quien me recordaba permanentemente que el oyente no tenía por qué saber de mis desvelos y que la voz no me podía delatar; era un pacto que teníamos. Nos llevábamos bien, a pesar, de que como en toda relación, tuvimos algún que otro altibajo.

 El 27 de febrero se cerró una puerta, una hermosa y atractiva puerta. Atravesé el umbral con una maleta cargada de recuerdos y agradecimientos. Gratitud a los distintos directores que confiaron en mí: José Antonio Martín Otín, "Petón", en Radio Heraldo; Javier Cortijo en Radio Cadena Española en Barbastro; Juan Flores en Radio Monzón; Félix Fernández Vizarra, en Radio Huesca; y Nano Bermúdez y mi añorado Ricardo Lizarraga en Onda Cero Huesca. Y por supuesto, gratitud a cuantos compañeros, excelentes profesionales, y colaboradores compartieron conmigo micrófono y vivencia y que no enumeraré por temor a dejarme alguno. No sería justo.

Intuyo, y digo bien, intuyo, para dejarme abierta alguna puerta a la esperanza, que mis días de radio ya no volverán. He aprendido a vivir sin ella, pero lo llevo bien aunque te pueda sorprender, querida amiga.

jueves, 26 de febrero de 2015

00015 La Baguette de Gruyere

DE LE PETIT CROISSANT


Aunque el pan tendrá su "me gusta" particular, -da para mucho,  además de tener abundante miga-, quiero traer aquí uno en especial. Se trata de una baguette que de Pascuas a Ramos compro en Le Petit Croissant de Zaragoza cuando quiero darme un homenaje o complacer los paladares de mi familia.

Es un pan especial, de buen sabor y contraste, y horneado en su punto. Parece que entiendo de panes, pero no, no tengo ni idea,  como de casi nada. Pero así entiendo que es ese pan. Una baguette que comienzas pellizcándola cuando la compras y que al llegar a casa echas en falta los centímetros consumidos. ¡Esas son las buenas!


No conozco para nada ni a los propietarios ni a sus dependientas. Bueno sí, de hecho la panadería en cuestión la conocí porque allí trabajó de dependienta una sobrina mía, María Astón. Ahora está en Barcelona estudiando su Doctorado en Informática. Hace tiempo que no la veo, pero siempre que entro en la panadería la veo detrás del mostrador con su tímida sonrisa y mirándome por encima de sus gafas de colores. Y me acuerdo de ella cuando hablan de la juventud, de los ni nis y de todas las películas que se montan en torno a ellos. No es el caso de mi entrañable sobrina que desde que llegó a Zaragoza no paró de trabajar para ayudar a sus padres en los costosos estudios. ¡Qué orgullosos tienen que sentirse!

Por eso, además de lo bien que huele la panadería y de las cosas tan suculentas que ofrecen. Además de la baguette de gruyere y su extraordinaria pinta, me gusta ir a Le Petit Croissant para recordar a esa adolescente, ahora mujer, y desearle desde mi corazón toda la suerte que se merece.






miércoles, 25 de febrero de 2015

00014 El Silencio

EL SONIDO NECESARIO

Para pensar y reflexionar. Perderse en él para empezar a escuchar y descubrir sus formas. Silencio para los días maltrechos. Silencio para las noches confusas. Silencio para hablar con las horas perdidas.

El silencio se busca para la escucha. Habla y se hace eterno en la radio que acompaña. Se suspende en el aire para tejer el pensamiento inadaptado. Y es entonces cuando el silencio se convierte en suspiro.

Así como hay que aprender a escuchar la palabra, también es necesario aprender a escuchar el silencio. No hay maestro que lo enseñe, solo tu y tu disciplina. Es un aprendizaje largo, severo, tenaz.

 Silencio para los sueños, silencio para el amor, silencio para el llanto y la alegría contenida.
Silencio y calma, paz y prudencia frente al sonido tortuoso de mercenarios y charlatanes.
El silencio, el sonido necesario para la reconciliación.

"Silere", calla, escucha, disfruta, que en este momento todo lo ocupe el silencio.

martes, 24 de febrero de 2015

00013 La Pringada

ARNEDO/HERCE
Directo del trujal llega el primer aceite del año para saciar curiosidades y colmar las expectativas de un entrañable y masivo almuerzo. Goteo de pringadas en todos los municipios de La Rioja. Es febrero y no hace frío. He tardado mucho en conocer la pequeña población de la que me honro llevar su apellido: Herce. 
Aviso de mi llegada al entrañable Manolo González, maestro de maestros de la radiodifusión española. Crítico taurino, miembro de la Real Academia de la Radio y locutor de los de antes, de los de siempre, de los que ya van quedando pocos. Hombre de certera voz y justa palabra;  bien dictada y acompasada de profesional sentimiento. Y buen cicerone. 
El primer destino, un almuerzo popular en las proximidades de la localidad de Arnedo, cercana a Herce, a base de "pringadas": tostadas de pan bañadas literalmente en aceite. Opcional, el ajo, el azúcar y la sal.
Una, dos, tres, cuatro, y un vistazo de reprobación, una mirada en la que se puede leer,  "te vas a poner malo", y cinco, seis, siete... hasta perder la cuenta. Ahora con ajo. Luego con una costillita. Me apetece sola, pan y aceite, sin más.
Y entre tostada y tostada, y  trago y trago, siempre en porrón,  amables conversaciones para aprender tradiciones, saber de estas gentes, que también son las mías,y saldar un largo descuido.
¡Esto sí que es saber bañar el pan! ¡Que lo vuelvan a ahogar en oro! 

domingo, 22 de febrero de 2015

00012 La Peña Montañesa

LA GIGANTA DORMIDA

Reviso fotografías de momentos felices. Y allí está ella como haciéndome un guiño para cautivar mi atención. No hace falta, le digo. Sigo contando contigo, Peña Montañesa.


Cómo no recordar tu silueta y tu maquillaje de atardecer. Cómo olvidar los paseos sin importancia en momentos sin trascendencia. Paseos pausados de admiración infantil, de familia unida y querida, de cumpleaños por sorpresa para celebrar diez lustros de vida.

De Los Molinos a El Pueyo de Araguás y de aquí a Aínsa. De Los Molinos al Monasterio, en misterio,  de San Victorián,  y de vuelta al punto de partida para disfrutar y reír de los momentos cincelados en el verdor y la humedad de quien todo lo domina. 

Y ella guarda en silencio desde sus impresionantes paredones nuestra ventura.

















sábado, 21 de febrero de 2015

00011 20 Poemas de Amor...

... Y UNA CANCIÓN DESESPERADA

No recuerdo con exactitud mi gusto por la poesía. Sí en cambio, cómo llegó a mí la existencia de Pablo Neruda. Fue a través del poemario "20 Poemas de amor y una canción desesperada". Formaba parte de un jovencísimo grupo de teatro; todo por hacer, todo por descubrir y aprender, todo en lo que soñar.

Un libro de bolsillo haría las veces de manual para adentrarnos en el arte de la declamación. Ahora riendo, ahora llorando, ahora con indiferencia... Y cada verso era aprendido como una letanía. "Te recuerdo como eras en el último otoño..."



Los primeros amores frustrados se mostraban en las páginas una y otra vez declamadas. "Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras..." Hermosas metáforas despertaban sentimientos aparentemente desprovistos de palabra. "Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos..." 


Cómo alguien, lo normal y cotidiano, podía convertirlo en algo bello y magnífico desde la sencillez y desde esa misma juventud que tu sufrías y también disfrutabas.

 Ahora, ese mismo libro, antaño de hojas albas, lo recupero para recordarlo. Sus páginas huelen a descuidado olvido. Sus hojas han perdido el apresto y la blancura. Y en el poema 20, uno de mis preferidos, algunas manchas de café de alguna noche no dormida.







Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo, "La noche está estrellada, 
y tilitan, azules, los astros, a lo lejos"
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise,y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


00010 Las Cerezas

SUGERENTES Y GENEROSAS


De reciente incorporación a mi dieta. Aunque me gusta todo y como de todo gracias al buen hacer que hizo en mi infancia mi cuñado Enrique, apoyado por mi hermana María Engracia, había dos alimentos, ahora solo uno, que no podía con ellos: las aceitunas y las cerezas. Algo que heredé de mi madre junto al miedo a volar y las tormentas.

Si bien el verde fruto se me sigue resistiendo, a la cereza sucumbí a la tercera o cuarta Feria de la Cereza de Bolea. Llegado el mes de junio se celebra en esta localidad una singular feria dedicada a tan sugerente fruto y mientras trabajé en la radio me acercaba hasta la pequeña y entrañable villa para hacer un programa en directo y anunciar así los pormenores del certamen. 

Durante esos años aprendí que la cereza es una de las mejores frutas para depurar el organismo y liberarlo de toxinas con propiedades antioxidantes muy destacadas y muy ricas en hierro, calcio y zinc. Conocí que hay cientos de variedades, si bien en nuestro país se comercializan en torno a medio centenar. Supe distinguir, después de no pocos intentos, lo que era una "Starking", una "Summit", una "Marvin", o la de "Corazón", esta última por razones obvias.


Aprendí a hacer postres con cereza, entre ellos, el de cereza bañada en cobertura de chocolate negro o blanco. Escuché una leyenda en la que un emperador chino ante la inminente muerte de su esposa y su curiosidad por conocer la nieve,  la paseó por un inmenso campo de cerezos en flor. ¡Magnífico espectáculo, por cierto! Y me explicaron que de la cereza, al igual que del cerdo, se aprovecha todo.

Es a mi gran amigo Pedro Bergua a quien le debo el hecho de romper con la manía de que no me gustaran las cerezas. Unos días antes de la tradicional feria nos invitó a la familia a coger cerezas a su huerto. Veía como mi gente de cada cinco frutos, tres iban a la cesta y dos a la boca. Así una y otra vez, como si fueran pipas. El caso es que me contagié de tal modo de proceder y hasta hoy. 







viernes, 20 de febrero de 2015

00009 Gente que dejaron huella

ETERNO AGRADECIMIENTO

Por encima de todas las cosas y de todo, está la gente. Si en esta vida tuviera la "obligación" de coleccionar algo, esto sería un buen número de personas. Hombres y mujeres que han ido dejando su huella en mí y que irán apareciendo a lo largo de este viaje que he emprendido y que no ha hecho más que comenzar.


Algunas ya lo saben porque así tuve la oportunidad de decírselo en algún momento. Otras, ni se imaginan lo que han supuesto para mí. Es curioso comprobar como la edad o el paso de los años agranda la huella e incluso la hace más profunda e inequívoca. Será que los sentimientos revisten y se acoplan mejor a la piel. Será que necesitamos hacer acopio de esas gentes que nos  ayudaron a pasar malos tragos, que nos dieron su mano en un momento preciso de nuestra imprecisa vida, que nos regaló una voz en la escasez de sonidos.

Mientras escribo estas líneas van desfilando los rostros de esas huellas; veinte, ochenta y tres, ciento sesenta y cinco... y me emociono. Claro que me emociono.







jueves, 19 de febrero de 2015

00008 Los Colores de la Naturaleza

INIGUALABLE FONDO DE ARMARIO

Aquí nada es azar. Todo, absolutamente todo lo que existe en la Naturaleza tiene color. Nada se abandona a su suerte. Todo se muestra conforme a los designios de ancestrales leyes. Y como resultado, un auténtico y plausible espectáculo.

El color es señal y testimonio de un estado determinado de ánimo. Así también la Naturaleza lo entiende fiel a  sus propios principios. Altitudes, estaciones, umbrías y solanas forman parte del maravilloso engranaje.

Del verde al amarillo; del siena al rojo; del azul al gris. Ocres, tostados, neutros, naranjas, dorados, limas, cálidos violetas... Todos están allí para ser admirados y festejados.

¡Qué hermosa paleta de color y qué sabias sus combinaciones para pigmentar las formas y dar recreo a nuestros sentidos!


El relevo se sucede ajeno a los acontecimientos. Primero la vida. En punto y seguido, el descanso. Luego el anuncio. Y finalmente, el olvido para ser de nuevo vida.


Contraste, dulzura, armonía, horizontes, pareceres, pero siempre apetecible, bello y sugerente.