viernes, 25 de diciembre de 2015

00205 Abstraerme

UNA OBLIGACIÓN

No sabría explicarlo. No todo tiene que tener su correspondiente por qué aunque nos empeñemos en buscarlo. La cuestión de las cosas se nos presentan a menudo tan desnudas que no sabemos cómo vestirlas. Me dicta la experiencia que así lo escriba. Y así lo hago. Soy obediente.

Hace tiempo que no juego a abstraerme. Ahora sólo me distraigo, me evado, me refugio en esperanzadoras fantasías, en ilusiones acabadas de inventar. Es otra forma de abstracción  para que el olvido y el silencio sometidos sean más llevaderos. Me asombro de lo que puedo llegar a ver en un armario entre abierto, en una simple y fugaz mirada o en un camino saturado de huellas. No hay línea visible para distinguir entre la abstracción mental y la necesidad de disimular un tiempo del que cada día me siento más ajeno.

Las imágenes no son mías. Las he cogido prestadas de un incansable caminante. Me han gustado. Por eso las he guardado y casi apropiado para la contemplación. No veo mar, no veo agua, ni cielo, ni horizonte ni playa. Sólo veo espuma que hago blanca. Una meta, un fin ansiado de final intenso, desbordado y  la suavidad de una voz todavía en el aire que suena a despedida.


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