sábado, 12 de diciembre de 2015

00195 Los Regalos

REGALAR

Dar a alguien, sin recibir nada a cambio, algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo. Esta es la definición de regalar. Una práctica que aún siendo una característica de las civilizaciones más adelantadas, ya se daba en los pueblos griegos y romanos. Leo que en la Odisea, el rey de Thesprotia muestra los presentes recibidos de Ulises, que consistían en valiosos metales, bronce, oro y otros bienes preciados de la época, tan abundantes que eran suficientes para enriquecer a quien los poseyera hasta la décima generación. Se considera que la causa que originalmente motivó estos actos de hospitalidad no fuera la piedad, sino el temor o una muestra de respeto. El acto de recibir y agasajar al huésped, originariamente, pudo ser un recurso para ahuyentar a los malos espíritus o para invalidar sus poderes mágicos.

En la antigua Roma prevaleció la costumbre de hacerse regalos mutuamente entre parientes y amigos. El primero de enero era costumbre entregar unas monedas de latón como símbolo de riqueza. A estas dádivas se las llamó "strenae". La Biblia hace mención a esta práctica del regalo desde el nacimiento de Jesús con la entrega de oro, incienso y mirra por parte de los Reyes Magos.

En nuestros días son numerosas las ocasiones que se aprovechan para regalar; santos, cumpleaños, aniversarios, Navidades... y la que más me gusta, "porque sí". El regalo sorpresa y por lo tanto, inesperado. El regalo sin compromiso y con inusitada intención. Una entrega casi a traición nacida en un instante preciso de recuerdo cogido al vuelo. Una dádiva sin apenas valor material y puede que ni siquiera práctica para su uso y disfrute. El regalo que sale del corazón para llegar a otro corazón y vestirle de sonrisas. Regalos envueltos en caricias y asombros. Presentes que cuentan historias. Obsequios que cumplimentado el primer objetivo dormirán en un semi abandono en algún lugar inesperado e impacientes por un frugal reencuentro.

Miro a mi alrededor y sonrío a cuantos objetos llegaron hasta mí con remitente y crónica. Alguna ya incierta, es cierto. Pero si todavía está, es que valió la pena de merecerlo.










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